Durante muchos años, Querétaro se ha presentado a sí mismo como un verdadero “oasis” en medio de la tormenta de violencia que ha afectado a gran parte de México. La narrativa oficial ha construido la imagen de un estado próspero y seguro, donde el estado de derecho es inquebrantable y la paz social permite atraer inversiones extranjeras que transforman el rostro de la economía local. El lema “Por algo será”, impulsado por la administración actual, refuerza la idea de que Querétaro es diferente a otros estados del país, donde la violencia se ha convertido en una sombra constante sobre el desarrollo. Las empresas internacionales han puesto sus ojos en esta tierra industrial, estableciendo plantas y trayendo consigo flujos de inversión que parecían garantizar un futuro estable y sin sobresaltos.
Sin embargo, esta imagen idílica ha comenzado a desmoronarse en los últimos meses, a medida que el estado ha visto un aumento significativo en los índices de violencia. El último episodio, que resultó en el asesinato de diez personas en un bar de la capital estatal, ha dejado perplejos a muchos, que ahora buscan explicaciones para entender cómo un lugar tradicionalmente considerado seguro ha caído en esta espiral de violencia homicida. En medio de la confusión se han levantado teorías de conspiración que intentan buscar culpables lejanos, pero creo que las respuestas pueden encontrarse en una reflexión más profunda sobre el contexto local, regional y social de Querétaro. Presento tres posibles hipótesis que no se excluyen entre sí, sino que pueden complementarse para ofrecer una comprensión más amplia del fenómeno.
Hipótesis 1. El escenario postelectoral y sus consecuencias: Aunque Querétaro no ha vivido una alternancia política directa, sí ha experimentado un aumento de la influencia del partido opositor al gobierno estatal, el mismo que lidera el gobierno federal. Este cambio en las dinámicas locales pudo haber generado tensiones políticas que los grupos delincuenciales han aprovechado. Además, los cambios en las redes de protección en estados vecinos pueden haber propiciado que grupos de la delincuencia busquen expandir su violencia para consolidar control territorial, lo que genera una intensificación de los conflictos.
Hipótesis 2: El contagio de la violencia desde los estados vecinos: La segunda posible explicación se centra en el fenómeno del “contagio” de la violencia, un proceso que ha sido observado en varias partes de México. En estados cercanos como Guanajuato, Michoacán y San Luis Potosí, la violencia relacionada con la delincuencia organizada ha alcanzado niveles insostenibles en los últimos años. Estos estados se han convertido en focos de intensa violencia entre facciones y enfrentamientos con las fuerzas de seguridad. A medida que los grupos criminales buscan expandir su influencia y controlar nuevos territorios, los estados vecinos, como Querétaro, se han visto arrastrados por esta ola de violencia. La proximidad geográfica y las rutas de tráfico de drogas y de armas facilitan este “contagio” de la violencia, donde las agrupaciones pueden migrar de un estado a otro buscando refugio o nuevas oportunidades para operar. Este fenómeno de propagación, analizado en estudios sobre la difusión espacial de la violencia (como el trabajo de Campbell, 2022), explica cómo un aumento de homicidios en un área vecina puede desencadenar una escalada similar en estados cercanos que antes eran considerados más tranquilos.
Hipótesis 3: La violencia como construcción social, espacial y temporal: La tercera explicación propone una visión estructural de la violencia. Aunque Querétaro ha sido históricamente un estado con bajos índices de criminalidad, los datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública muestran un aumento progresivo de homicidios dolosos en los últimos ocho años. Entre 2015 y 2023 se registraron 1,492 de estos delitos, y se alcanzó un valor más alto en 2021, el año más violento. Según la tendencia en este perido, se registra un incremento promedio de 6 homicidios al año. Cabe señalar que los datos utilizados en este análisis corresponden hasta octubre de 2024, debido a que la de Querétaro es la única fiscalía que no proporciona su reporte diario de homicidios a las autoridades federales, ni lo hace público.
El aumento de los homicidios no es un fenómeno aislado, sino el reflejo de un contexto más amplio, donde factores estructurales como la desigualdad social, la exclusión, el huachicoleo y el mercado local de drogas en un marco prohibicionista están alimentando un ciclo de violencia. Las transformaciones económicas, el auge de mercados ilícitos y las debilidades en las instituciones han favorecido la expansión de estas actividades en la entidad. Además, los cambios culturales, sumados a la desconfianza hacia las autoridades, han contribuido a que este ciclo persista, extendiéndose de unos pocos municipios a la totalidad de la región.
Reflexión final: Querétaro se enfrenta a una situación compleja, en la que factores locales, regionales y estructurales convergen para alimentar una violencia que ya no puede ignorarse. Lejos de ser un “oasis” de tranquilidad en el mapa de México, la entidad está experimentando un reajuste violento que puede ser el reflejo de procesos más profundos y, a veces, invisibles para la narrativa oficial. A medida que la violencia se propaga, es crucial no caer en explicaciones simplistas o conspirativas. El verdadero desafío radica en entender las raíces de este fenómeno y en buscar soluciones que fortalezcan las instituciones, mejoren las políticas públicas de seguridad y, sobre todo, que restauren la confianza de los ciudadanos en el Estado de derecho. Solo así, Querétaro podrá recuperar su estabilidad y, con ello, la paz que ha caracterizado su crecimiento durante tantos años.
Fuente: Iliana del Rocío Padilla Reyes, con datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (2015 – septiembre de 2024).