Desde que me desempeño como servidor público y mis hijos tienen uso de razón les he impulsado a ser arquitectos de su propio destino, es decir, a que alcen la mano para proponerse como voluntarios de los ejemplos de los profesores, a que participen en aquellas iniciativas temerarias quizá, pero llenas de aventura y seguramente aprendizaje, a que pongan a sus cuerpos y sus mentes, durante al menos unos segundos, al servicio del coraje y se “atrevan” a salirse de su zona de confort y experimentar el extraviarse, el llegar a un punto en una encrucijada o simplemente a tomar un camino diferente, jamás utilizado, para llegar a casa. No me han hecho caso tanto como me hubiera gustado.
Ahora que he alcanzado una edad en la que mi lista de cosas por hacer antes de morir -la famosa bucket list- ha tomado un papel más protagónico en mi vida y se contrapone con aquella lista de cosas que cada vez me preocupan menos, me doy cuenta de la importancia de tomar decisiones y volverse indolentemente proactivo, de tomar la iniciativa y caminar por aquel callejón de lo desconocido para cruzar barrios, puentes y solares que muy probablemente dejen mucho más que buenas caminatas.
Este martes #DesdeCabina celebro a los que se han atrevido, a los que han levantado la mano y han dicho “… yo lo hago…” a aquellos y aquellas que sin esperar algo a cambio han puesto un pie delante del otro y se han aventurado por senderos desconocidos, oscuros y quizá dolorosos y de los cuales han sabido salir avante, aun cuando lograran alcanzar el otro extremo del sendero lastimados o quizá solos, pero con mucho aprendizaje en los bolsillos.
En ellos veo una grandeza que quisiera replicar más en mí y de la cual me encantaría poder enorgullecer a mis hijos, no por el simple hecho de ser ejemplo, si no por la oportunidad de transmitir la certeza de que es una de las mejores formas para crecer, para movilizar el autodescubrimiento y sobre todo para construirse una vida plena en descubrimientos, aprendizaje y servicio.
Por esto, cuando me cuestionan: ¿qué puedo recomendar a los recién graduados, a los que buscan empleo y oportunidades, a los que van empezando…? Respondo: “atreverse es la clave”, arrojarse y dar el primer paso, con miedo e incertidumbre a cuestas, pero dar ese primer paso, romper la inercia y empezar a moverse, distinguirse de aquellos que lo siguen pensando, sobreponerse a esos segundos de miedo e incertidumbre y lanzarse para tomar las oportunidades.
Se imaginan si hubieran tomado esa oportunidad, si se hubieran decidido a emprender ese negocio, a aplicar por esa beca en el extranjero, a conseguir el teléfono de esa persona con la que siempre soñaron tomar un café, o se hubieran aventurado al viaje inesperado por el mundo. Dicen que siempre será mejor arrepentirse de aquello que se hace que de lo que se deja de hacer. Se imaginan si hubieran -hubiéramos- dado ese primer paso, ¿dónde estaríamos?