Me cuesta trabajo recordar en cuál de los textos que he escrito anteriormente #DesdeCabina he compartido con mi desgastado y paciente auditorio la reflexión alrededor de esa figura que cualquier persona que tributa impuestos, sufre y disfruta de los servicios públicos, vive de vez en vez. Si lo he hecho, esta será otra disertación a su alrededor; si no, aprovecho para disculparme por la carencia de memoria, pero creo que me interesa abordarlos. Empecemos pues.

Para empezar con la idea, estoy plenamente convencido de la importancia del esfuerzo consciente de los ciudadanos por “tratar de entender” lo que los gobiernos construyen —en el sentido más literal de la palabra—, lo mismo para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos en la cotidianeidad del día que circulamos o caminamos una vialidad renovada —por no decir el reordenamiento completo de una arteria vial—. También, en contraparte, es sumamente importante saber escuchar los comentarios negativos e inquirentes alrededor de las molestias, el impacto real que tendrán las obras y acciones planteadas por los gobiernos.

Ahora bien, cuando ambas condiciones, ciudades o regiones en constante crecimiento y cambio por consecuencia, junto con ciudadanía consciente —ya no digamos respetuosa— coinciden, surge esa empatía ciudadana que construye y no destruye desde cualquier teclado, es decir, desde la opinión emitida en cualquier dispositivo móvil o fijo desde el que muchos se envalentonan para emitir comentarios. Esto sin duda debería constituir la principal ventaja competitiva de las regiones, la retroalimentación positiva y constructiva de las acciones derivadas de las políticas públicas.

Por otro lado, aún cuando las cosas en casa siguen moviéndose y la población sigue esforzándose por sobrellevar el crecimiento y los cambios, en el otro extremo del mundo suceden nuevamente los eventos de promoción de la industria aeroespacial; en las semanas que pasaron, un nutrido contingente de mexicanos nos dimos cita en la 54 edición de la Feria Aeronáutica y Espacial, El Paris Airshow en Le Bourget. La delegación mexicana que participó entusiastamente —como en todas las anteriores ocasiones—, probó que sin importar lo que suceda en nuestro país debemos seguir promoviendo la región y no debemos ralentizar o abandonar los esfuerzos por atraer inversión extranjera para el sector aeroespacial y seguir consolidando la posición que tanto ha costado construir a lo largo de casi 18 años. Querétaro, Chihuahua, Nuevo León, Guanajuato, Yucatán y Sonora nos dimos cita en esta edición de la feria y pudimos comprobar que el mundo aeroespacial está recuperándose plenamente después de la pandemia, que la vida y los sectores económicos no se detienen y siguen desarrollándose y que sólo los que entienden y se comprometen con esta lógica, sobresalen de la mayoría y construyen para el largo plazo.

Sin que esto sea concluyente, el llamado a la reflexión de esta semana busca poner en los escenarios públicos el cuestionamiento de continuar con las actividades, a pesar de los cambios y del crecimiento, al final del día, la vida sigue y sin esperar comprensión total por parte de la ciudadanía, sí se busca esa empatía que impulse respetuosamente el crecimiento sostenido de las regiones. Sigamos vendiendo.

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