Hagamos memoria, el 2 de Octubre de 1968 es para para no olvidar un hecho ominoso en nuestra historia.
El Partido Acción Nacional PAN fue el único partido político que tomó posición ante este acontecimiento, tanto en la tribuna de la Cámara de Diputados como en las páginas de nuestra revista La Nación, porque como es obvio los espacios periodísticos estaban cerrados a la oposición y a la verdad.
Hoy al paso de los años, aún no se hace justicia a las víctimas de la represión y consideramos que no debe volver a ocurrir un derramamiento de sangre por falta de diálogo y de entendimiento entre quienes defienden opiniones políticas distintas.
El presidente panista Vicente Fox Quezada, sin mediar inconstitucionales e inútiles consultas, llevó a juicio a uno de los responsables de dicha matanza, Luis Echeverría Álvarez, quien fungía en esos fatales acontecimientos como Secretario de Gobernación, por conducto de Fiscalía Especial para los Movimientos Sociales y Políticos del Pasado.
Hoy al paso de los años desde aquella tarde del 2 de octubre de 1968, hay algunas preguntas, ¿Era necesario que jóvenes mexicanos fueran encarcelados y masacrados por reunirse y protestar? Por supuesto que no. ¿Era necesario que el régimen de entonces hubiera desatado la violencia y el terror para amedrentar a la sociedad? No, bajo ninguna circunstancia. No había justificación alguna para atentar contra los jóvenes, los maestros y padres de familia, y nunca la habrá. No puede ni debe haber razón de Estado que permita actuar de esta forma.
Remontemos nuestra mente al verano de 1968 en nuestro país. El 30 de julio, con la destrucción de la puerta del Colegio de San Ildefonso, ordenada al Ejército, volaron en mil pedazos las posibilidades de entendimiento y de confianza en las autoridades.
El PAN protestó enérgicamente contra la violencia y la represión a los estudiantes y el asalto de la policía y el Ejército a los planteles. Léase bien, el PAN fue el único partido de los hoy existentes que defendió sin ambages la autonomía universitaria y la libertad de expresión de los estudiantes, censurando que el gobierno prefiriera el uso de la fuerza al diálogo y la razón.
Lo dijimos entonces y lo reiteramos ahora: México debe ser un país para todos, una nación cuyas diferencias no nos dividan ni nos enfrenten, y donde la pluralidad sea la fuerza de nuestros consensos.
Los presidentes del PAN, Adolfo Christlieb e Ignacio Limón, y los diputados panistas en la Cámara de Diputados, así como el dirigente juvenil Diego Fernández de Cevallos, llamaron a la cordura a las partes en conflicto.
Adolfo Christlieb dijo: “es necesario que los estudiantes reconozcan que el gobierno no puede actuar bajo amenazas de nuevas violencias y que, por otra parte, las autoridades eviten que a su nombre haya quienes, exaltando los ánimos contra los estudiantes para buscar, si llega el caso, un enfrentamiento de grupos de civiles en contra de los mismos”.
El 18 de septiembre el gobierno dio al Ejército la orden de ocupar Ciudad Universitaria, hecho que indignó a un partido como el PAN fundado por universitarios.
El maestro Rafael Preciado Hernández denunció desde la tribuna de la Cámara , la ocupación y la violencia, la violación a la autonomía universitaria y exigió la salida inmediata del Ejército y la devolución de las instituciones a la Universidad.
El diputado panista José Ángel Conchello expresó el sentir de la juventud agraviada por la violencia y la represión con las siguientes palabras: “Tal vez esta generación de jóvenes no sepa lo que quiera, pero sí sabe qué es lo que rechaza. Están en contra del orden establecido, contra de los intereses creados. Esta generación se ha cansado de la mentira a la que nosotros ya nos habíamos acostumbrado”.
Que nunca más México sufra un conflicto así. Logremos que se conozca la verdad y se haga justicia y que estas sean el camino a la reconciliación nacional, y sobre todo, que nunca olvidemos que el destino de México es patrimonio y responsabilidad de todos. Dos de Octubre no se olvida