La educación siempre ha sido primordial para las naciones que buscan ofrecer a su población la oportunidad de elevar su calidad de vida, teniendo muy clara su relevancia para el desarrollo en todos los ámbitos, lo que puede observarse en el progreso que han alcanzado los países más avanzados del planeta.
En México se han realizado esfuerzos en materia educativa, tanto por el sector público como por el privado; ciertamente, la prioridad en el tema educativo ha variado, dependiendo de los gobiernos en turno.
En algunas administraciones se ha impulsado el avance educativo invirtiendo mayores recursos económicos con estrategias para ampliar la cobertura y la infraestructura en todos los niveles educativos, impulsando al mismo tiempo los esquemas de evaluación para poder observar los avances logrados, tanto en el país como en el contexto internacional.
Evidentemente, existen diversos parámetros e indicadores para conocer el beneficio logrado por la educación en la calidad de vida de la población, así como en el desarrollo del país. De la mayor importancia, se destacan la inversión y los resultados en el desarrollo científico y tecnológico, así como la innovación, en lo cual desempeñan una labor de gran importancia las universidades y los centros de investigación públicos y privados.
Es pertinente destacar, que una universidad, entre otros atributos, debe ser generadora de conocimiento, requiere estar comprometida en la labor de investigación y ofrecer educación de calidad. Para lograr calidad educativa en una universidad, es fundamental contar con la infraestructura necesaria, lo que incluye disponer de personal académico altamente calificado y activo en la investigación.
La evaluación aplica para todos, estudiantes, personal académico y también para el administrativo. Asimismo, la institución requiere ser evaluada, en sus programas, logros, posicionamiento nacional e internacional, vinculación con el sector productivo, labor social y extensionismo.
En esta sección de opinión, quien aquí escribe ha señalado la oportunidad que tuvo de estudiar ingeniería civil en la UAQ (1973-1977) y el posgrado en mecánica de suelos en la UNAM (1977-1982); ambas instituciones han sido trascendentales en mi formación.
Puedo observar, que los profesores que tuve en la licenciatura en la UAQ fueron en su mayoría excelentes, ninguno tenía el grado de doctor, pocos tenían estudios de maestría y la gran mayoría tenía el título de ingeniero civil, sin estudios de posgrado. No se realizaba investigación.
Actualmente, la Facultad de Ingeniería de la UAQ tiene una plantilla académica que se caracteriza por una mayoría de profesores con el grado de doctor, se realiza investigación y se tienen diversos productos de su labor, publicaciones en revistas indexadas, certificados de invención y patentes. En ello han contribuido también los estudiantes, quienes usualmente son coautores con los profesores.
Para ser admitido como alumno del posgrado en la UNAM, en su Facultad de Ingeniería, debí acreditar conocimiento en diversas materias mediante exámenes (prerrequisitos y requisitos), estos fueron en estática, resistencia de materiales, matemáticas, dinámica e inglés. (Continuará)
Ex Rector de la UAQ
zepeda@uaq.mx
jalfredozg@yahoo.com.mx