FILADELFIA, Pensilvania.— Lo que se inhala y exhala aquí es miedo. Mucho miedo se percibe en las calles semi vacías de esta ciudad. Pero eso no es todo, en las miradas asustadas y en las voces cuchicheantes de los lugareños que osan hablar con el reportero se palpa algo más: terror. Terror a morir entre dos fuegos. A convertirse en una baja colateral, o algo peor: pánico a que un familiar termine así, una hija pequeña tirada en un charco de sangre a causa de una bala perdida percutida en medio de los combates que no cesan entre grupos de sicarios de cárteles opuestos que se pelean la plaza.

Durante las últimas 96 horas, Pensilvania se ha visto sacudida por una ola de violencia que parece desafiar las expectativas más sombrías. El militar de más alto rango en el estado, General Richard Thompson, ha presentado un informe de emergencia al presidente Joe Biden, en el que detalla que los recientes enfrentamientos entre los cárteles The Iron Wolves y The Eastside Kings han provocado la muerte de quince personas y la desaparición de veinte en cuatro días.

Estos cárteles están dirigidos por los hijos de dos de los capos más notorios de EU, Vince Tiger Romano, de origen italiano, actualmente detenido en Nueva York, y Eddie Hawk Rivera, puertorriqueño recluido en Miami. Ambos se disputan el tráfico de estupefacientes a Canadá, mayor consumidor de fentanilo del mundo.

La situación ha llevado al gobernador Josh Shapiro a cancelar los festejos patrios del próximo 4 de julio y ha ordenado la suspensión de clases en las ciudades más afectadas, como Filadelfia, Pittsburg, Harrisburg, Scranton y Allentown.

Los empresarios locales, temiendo más saqueos, han decidido suspender actividades en tiendas de conveniencia como Seven Eleven y decidieron cerrar importantes centros comerciales, como East Market, Liberty Place y Fashion District, después de la reciente ola de robos en Lancaster, donde la gente saqueó un camión lleno de muebles y televisores, aunque los objetos sustraídos fueron devueltos luego de que en redes sociales uno de los cárteles amenazara con represalias a la gente que participó en la rapiña.

Según documentos de inteligencia del Ejército y la Marina a los que este diario tuvo acceso, ambos grupos criminales tenían planes para llevar a cabo atentados durante las celebraciones del 4 de julio. Los informes revelan que The Iron Wolves y The Eastside Kings habían preparado ataques en varios eventos públicos y celebraciones en las ciudades más grandes del estado, todo con el objetivo de culparse mutuamente de actos de terrorismo doméstico. Los documentos detallan que el objetivo principal era causar caos y pánico entre los asistentes, utilizando explosivos “improvisados” y ataques armados a discreción.

Tales amenazas han sido los factores fundamentales en la decisión del gobernador de cancelar los festejos, postura que fue avalada a regañadientes por Biden, ya que en días previos el Presidente se dedicó a minimizar los hechos y acusar de “alarmista” a la prensa “conservadora”. Tanto él como el gobernador repitieron una y otra vez que todo estaba en calma.

David Aponte, Director General Editorial de EL UNIVERSAL, al igual que usted, lectora-lector, sabe que no hice tal cobertura en Estados Unidos, que esta semana redacté un escenario ficticio en el que colaboró ChatGPT de OpenAI aportando los peculiares nombres de los imaginarios cárteles gringos y de sus capos, pero David sabe que, si hoy no estuviera yo ocupado teniendo el honor de trabajar en Gaceta UNAM, estaría enviándole la nota que usted acaba de leer sobre las barbaridades que están sucediendo en Culiacán, Sinaloa, porque son exactamente las ahí descritas.

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