Cuando todo comenzó sólo eran un puñado de mujeres y hombres que habían levantado la mano al llamado voluntario del P. Pedro Velázquez; eran una cédula de creyentes del cambio social y ayudar al prójimo. Cuando todo comenzó nadie creía que su empresa duraría en el tiempo. Era 1951 y los mexicanos de la clase trabajadora de ese entonces sólo tenían un lugar para solicitar préstamos: los agiotistas del mercado local. Claro, eso significaba endeudar tu vida y arriesgar el escaso patrimonio familiar. El P. Pedro les enseñó que, si querían llegar lejos, tendrían que hacerlo junto a otros.
Con pocos pesos y grandes bríos, miles de personas se sumarían a la creación de las llamadas cajas populares por todo el país, con un lema vigoroso: ¡Por un capital en manos del pueblo! El P. Manuel Velázquez, figura fundacional en el surgimiento y desarrollo del movimiento, me decía que buscan –primero— crear un modelo educativo y después , económico. Educar con valores e incentivar la semilla de justicia social. Que el dinero sirviera a las personas, que se sumarán los pesos de miles, de millones como ahorro solidario para prestarlo al necesitado. Hace 70 años los primeros cajistas anotaban en libretas sus abonos a préstamo y sus depósitos de ahorro, asistían a los atrios de las iglesias a recibir capacitación para gestionar su propia cooperativa, todos eran voluntarios que prestaban servicio uno o dos días por semana y administrar su empresa social y solidaria.
El Prof. Florencio Eguía educó con la filosofía cooperativa a miles de líderes sociales en la nación, que a su vez reprodujeron su enseñanza a otros miles más. Cantaban sus himnos “… adelante del pueblo al desarrollo, avancemos cajistas con tesón, porque crédito dar con mutuo ahorro , es tarea educativa, es redención...” , que aún seguimos entonando. Los cajistas escribieron libros, crearon contenido de vanguardia, propaganda valiente y fueron creciendo en las luces de la cooperación. Tuvieron contratiempos internos y perseguidos por los suyos y agentes externos. Nadie ni nada los detendría.
Hoy son 8 millones de socios que celebrarán los 70 años de la fundación de la primera cooperativa de ahorro y préstamo en México; los servicios financieros que brindan son altamente competitivos en comparación con la banca tradicional; sus procesos de democracia interna brindan un control seguro de sus recursos y su gobierno interno avalado en asambleas locales y regionales; pertenecen al sistema financiero mexicano, regulados y supervisados por las autoridades del país, agrupados en una confederación (Concamex) que brinda asesoría a más de 153 cajas populares de todos los tamaños.
Cuando todo comenzó nadie daba un peso por ellos, solo unos cuantos visionarios sabían del éxito del modelo cooperativo en América del Norte y Europa, hacía allá mantenían la vista. Cuanto todo comenzó solo era un puñado de hombres y mujeres que creían en construir un mundo mejor. Nadie ni nada los detendrá en su misión.