Kristel González

Azabache

El azabache se conoce también con el nombre de lignita y es el carbón que se forma a lo largo de milenios con madera sometida a mucha presión

El azabache es un color negro de gran intensidad y brillo. Muchas veces se utiliza la denominación para aludir a este tipo de tonalidad en el pelo de un ser humano o un animal. El cabello azabache es oscuro, pero tiene la particularidad de reflejar la luz. Suele decirse que las tinturas azabaches son apropiadas para cualquier persona, más allá del color de sus ojos.

En el sentido original, la palabra “azabache” podría estar a punto de desaparecer. Si haces una búsqueda de la palabra en Internet, aparecen montones de entradas sobre reactores y escuadrones de aviones (ya que en inglés, la misma palabra, jet, se usa para nombrar este tono de color negro y reactor). Pese a que la gente todavía dice «negro azabache», está empezando a adquirir el inconfundible manto frágil de algo que se repite demasiado a menudo.

En realidad, el negro azabache no es precisamente frágil. El azabache se conoce también con el nombre de lignita y es el carbón que se forma a lo largo de milenios con madera sometida a mucha presión; cuando es suficientemente fino, es tan duro que se puede tallar y pulir hasta que adquiera un resplandor cristalino. El azabache más apreciado viene de Whitby, un pequeño pueblo en la costa nordeste de Inglaterra por su pureza y dureza estable.

Los romanos fueron los primeros en explotar el azabache de Whitby. Hasta el siglo XIX, fue tan abundante que se podían recoger grandes bloques en las playas. Seguramente, de allí se llevaba a Eboracum (York), la capital de la provincia romana, para tallarlo y exportarlo al resto del imperio. Una estatuilla encontrada a principios del siglo xx en Westmoreland data de aproximadamente el año 330 d. C., justo el momento en el que el dominio romano de Gran Bretaña empezaba a debilitarse. La estatuilla muestra a una mujer recostada sobre lo que parece un barril. Lleva un manto sujeto sobre su hombro izquierdo y parece estar secándose las lágrimas con la mano izquierda.

Si se trata, como se ha supuesto, de una representación de una diosa romana para entregarla como una ofrenda en ocasiones de luto, podría ser el primer ejemplo de la participación del azabache en lo que se convirtió en una especie de obsesión victoriana. Puede que los antiguos griegos y romanos hayan sido los que empezaron con la costumbre de ponerse ropas especiales de colores apagados cuando un amigo, familiar o gobernante moría pero, para los victorianos, las reglas y los convencionalismos dictaban el color de cada centímetro de tela que pudiera llevar una persona desde el momento en que moría el ser amado hasta que las sutilezas del luto finalizaban, al cabo de hasta dos años. Debido a que las relucientes piezas de joyas de color negro azabache, independientemente de lo elaborado del diseño, se podían llevar durante todo el periodo de luto, se hicieron tremendamente populares. Al igual que con el malva, la reina Victoria fue, por lo menos en parte, responsable de la moda. Al cabo de una semana de la repentina muerte del príncipe Alberto, debido a las fiebres tifoideas, el 14 de diciembre de 1861, se había encargado a los joyeros de la Corona que crearan joyas conmemorativas negras que la atribulada reina siguió imponiendo a los familiares durante años. Ella continuó de luto el resto de su vida. (Una fotografía del príncipe fallecido aparecía en los retratos reales hasta 1903.)