Llamada Baritina en la antigüedad, la Barita es un mineral compuesto de sulfato de bario; es uno de los minerales no metálicos más pesados presentes en la naturaleza y por este motivo se puede utilizar en ámbitos diversos. Se forma en depósitos de agua con temperaturas elevadas, con el paso del tiempo se va sedimentando lo que hace a la Barita es fácil de encontrar en varias minas, pero la calidad y la pureza del material extraído es muy variable, como lo es la cantidad que se puede extraer de cada yacimiento.
Ya los griegos conocían bien las peculiaridades de la Barita. Su nombre deriva del griego “barys” pesado. La evolución histórica de su uso ha seguido el progreso tecnológico. En la Edad Media, al triturar el mineral, se descubrió su luminosidad y los alquimistas la llamaron “la piedra filosofal de Bolonia”. Por esta propiedad, que deriva del color blanco del mineral puro, se usó primero en el sector de la fotografía. En los primeros años del siglo XX, de hecho, se empezó a aplicar capas finísimas de polvo de Barita como fondo del papel fotográfico para darle brillo.
El sulfato de bario cuenta en el presente con extensas aplicaciones en el campo de los recubrimientos industriales, particularmente en la fabricación de primers (o imprimaturas, porque eso es lo que son) automotrices; sin embargo, el uso principal de las baritas en crudo es en lodos de perforación petrolera.
El sulfato de bario compuesto también se puede encontrar en pinturas y colorantes conocidos como “litopones”. Un litopón es un pigmento blanco que resulta de una mezcla de sulfato de zinc y sulfato de bario. El sulfato de bario nativo a menudo tiene un color pobre debido a las impurezas y haciéndolo un blanco opaco. El autor del artículo original al que debemos toda esta información y que se puede encontrar en el libro Artists Pigments Vol.1, también ha encontrado muestras comerciales de Blanc fixe con otros colores añadidos considerados como impurezas.
El blanco de barita se utilizaba en diversos elementos de construcción y se investigaban sus propiedades desde el siglo XVI, pero no hay indicios de que el sulfato de bario fuera considerado un posible elemento dentro del arte hasta 1782, cuando un informe de un químico francés, Guyton de Morveau, presentó un informe declarando este mineral como una alternativa segura al blanco de plomo. La referencia a un tal “Blanco permanente” apareció poco después en la sexta edición de El arte de pintar en acuarela de Bowles, impresa en 1783. Por lo tanto, la fecha probable más temprana para la introducción del sulfato de bario natural en las pinturas parece ser 1782-1783, cerca de los primeros estudios sobre el blanco de zinc de Guyton de Morveau. El mineral natural no siempre estuvo disponible en un depósito de alta calidad de mineral blanco y, debido a esto, su uso extensivo en pinturas aparentemente no comenzó antes de principios del siglo XIX.
Más de la mitad de extracción de este mineral era destinado para la fabricación de litopón, no para usarlo en ámbitos artísticos, sino para el uso de materiales de construcción y perforación de pozos en el ámbito de la minería, al igual que la fabricación de gomas y caucho en el ámbito industrial. Esto provocó una alternativa para procesar el blanco de barita; el blanc fixe surgió a partir de esta necesidad haciéndolo incluso más blanco y brillante; sin embargo, su uso se limitó casi por completo a las acuarelas hasta la década de 1820, cuando la producción pudo haber sido estimulada para proporcionar un adulterante para el blanco de plomo. La publicación A Practical Essay on the Art of Flower Paintings (Burgess, 1811) menciona un color denominado Constant White o “Blanco constante” preparado por Messrs, Newman and Parkes que corresponde a esta variedad de pigmento blanco de barita.