El negro es el color más oscuro, el resultado de la ausencia o absorción completa de la luz visible. Es un color acromático, literalmente un color sin matiz, como blanco (su opuesto) y gris. A menudo se usa simbólica o figurativamente para representar la oscuridad, mientras que el blanco representa la luz. El negro evoca la muerte, anticipa la tragedia y rezuma dominación.
Porque no hay un color más antagónico; es el tono de la autoridad y el poder, pero también de la sumisión. Con él se vestian jueces y magistrados, pero también el servicio. Carece de tonalidad y luminosidad y absorbe la luz sin reflejar ninguno de los rayos que la componen. Simboliza la oscuridad primordial, el límite absoluto, la negación y el inconsciente.
El color que peor consideración ha recibido, vinculado a lo desconocido, lo aterrador, lo oscuro, lo maligno, la noche, la muerte, la crueldad, la traición, por ello se ha relacionado con el individualismo y la introversión. En la psicología de los colores hay también un lado positivo, por ello este color se asocia con la seriedad, la elegancia, la fuerza, el poder , la rebeldía, dominancia y autonomía. En el lenguaje hay expresiones como “alma negra”, “suerte negra”, “oveja negra” o “lista negra”, que demeritan a un color que forma parte de la historia, las artes y las ciencias.
Los primeros negros fueron creados en el Paleolítico para ilustrar las cuevas a partir de carbón vegetal y más adelante se obtendrá un tono más intenso con el óxido de manganeso o huesos de animales. El negro será uno de los cuatro colores primarios de la paleta clásica de Grecia, en Roma se convirtió en el color del luto, en Egipto era el color de la fertilidad y del inframundo; y a lo largo de los siglos estableció fuertes vínculos con la brujería y la magia. En el imperio Romano, se convirtió en el color del luto, y a lo largo de los siglos se asociaba frecuentemente con la muerte, el mal, las brujas y la magia. Es el color con el que se vistió una Europa diezmada por la peste bubónica como señal de duelo, Según encuestas, es el color más comúnmente asociado con el luto, el final, los secretos, la magia, la fuerza, la violencia, el mal y la elegancia.
Los conquistadores del Nuevo Mundo, a su vuelta, entregaron a Felipe II un regalo inusual; se trataba de un pequeño insecto y de un árbol (la cochinilla y del Palo de Campeche) dos de los tintes más potentes de la Historia. Y el negro, a partir de ese momento, se convertirá en el color distintivo de la monarquía española durante más de dos siglos. Se comienza a alabar la riqueza de la vestimenta, y no su austeridad. El negro ha cambiado por completo de significado. El Palo de Campeche produce un negro muy intenso y tiene un gran poder de fijación. La connotación eclesiástica va a dar paso a la elegancia, España crea tendencia en el continente y Felipe II, el rey más importante de la Cristiandad, cuenta con el monopolio del pigmento. Vestir a la española supuso a la corona un negocio redondo. Más adelante París se convertiría en la capital de la moda, y los pasteles, azules, verdes, amarillos y blancos desplazarán al negro como los colores emblemáticos de la nobleza y las clases altas.
Una vez perdido el temor hacia el color en cuestión, los artistas descubrieron que gracias a él, la pintura adquiría un realismo mucho mayor, debido a la presencia de sombreados, profundidad y la acentuación de detalles que de otra forma se perdían en los trazos. Gracias al negro artistas tales como los de Rubens y Rembrandt, reflejaban la melancolía de una época y que confrontaban al espectador con sus propias emociones oscuras, aquellos rincones ocultos del alma.
En el siglo XIX, cuando la mayoría de los artistas rechazaban categóricamente el color oscuro, Manet y su esposa se arriesgaron a usarlo para darle a sus lienzos una maravillosa imagen de fuerza y poder lo cual trajo como resultado la admiración tanto del público como de sus compañeros de época, rompiendo una vez más con el mito de que el negro estaba cargado únicamente de negatividad. Vincent van Gogh tampoco dudó en hacer uso del negro a la hora de resaltar los contornos o detalles de sus obras, captando la atención de los espectadores exactamente en el punto central de las mismas.