El primer cobalto violeta, el arseniato de cobalto intensamente rojo-violeta fue altamente tóxico. Aunque persistió en algunas líneas de pintura hasta el siglo XX, fue reemplazado por compuestos de cobalto menos tóxicos como el fosfato de cobalto, ampliando así la paleta de la comunidad artística del momento con su gama de colores violetas. Descubierto en 1859 por el químico francés Salvètat, con un costo bastante elevado y un poder tintóreo bajo, que aunque era estable a la hora de utilizarlo se necesitaba una gran cantidad de pigmento para cubrir la superficie.

La palabra cobalto viene del alemán kobalt, voz derivada de kobold, término utilizado por los mineros de Sajonia en la Edad Media para describir al mineral del cual se obtiene. Lo utilizaron egipcios, persas, micénicos, romanos o chinos, que aportaron en su arte azules y violetas que contenían cobalto. Así sucede en vidriados, esmaltes o cerámicas azules que son anteriores al hallazgo de este elemento. El azul cobalto más cerca en el tiempo, los azules de las vidrieras de Chartres o Saint Denis, que también le deben a este elemento su magnetismo. En parte es la dimensión del azul que proviene del cobalto lo que deja suspendido en la ingravidez y la belleza a quienes se sumergen en las naves de estas catedrales. Eso en cuanto a elementos no arquitectónicos, la luz, el color y sus efectos.

El éxito del violeta de cobalto va unido a la salida de los artistas a la naturaleza, que supuso la llegada del siglo XIX con el éxito de las pinturas en tubos de aluminio. En la pintura de paisaje, y en toda la pintura de exterior, los artistas buscaban retratar el comportamiento de la luz y los fenómenos atmosféricos o reflejos en la misma naturaleza. Las tormentas, la niebla, el viento, la humedad del ambiente después de la lluvia, la lejanía de las montañas, o la línea y franja del horizonte en el mar, todas estas progresiones de la luz, que son motivo de estudio para el pintor, implican distancia, no rotundidad en líneas y tonos.

Paul Signac, Claude Monet y Georges Seurat son prueba de ello, pues utilizaron cobalto violeta, aunque también tenían un excelente manejo del color como para obtener violetas y púrpuras de gran belleza. Hoy en día, el fosfato de cobalto y amonio, el fosfato de cobalto y litio y el fosfato de cobalto están disponibles para su uso por parte de los artistas. El fosfato de cobalto y amonio es el más rojizo de los tres.

Anteriormente, en la paleta de color del artista se utilizaban violetas policromos, obtenidos por la mezcla de rojos y azules, pero no este violeta de cobalto del que hablamos. Hasta llegar a este punto, se utilizaba el púrpura, combinación de rojo y azul, mezcla no distinguible a primera vista. Hacen falta análisis de la pintura para verificar esto. Parece que Renoir, a pesar de conocer el color, se mantuvo en la tarea de mezclar los dos colores para obtener los violetas.

En cualquier caso, sean púrpuras o violetas, son colores poco cubrientes, de gran transparencia. Muy posiblemente, por esta última cualidad determinara Monet que era el color de la atmósfera. Y también para el resto de impresionistas y postimpresionistas que lo veían como parte de las sombras proyectadas, llegando a desterrar el negro de sus composiciones. Pero también precisamente por esta transparencia, y por lo caro que resultaba para lo poco que cubría, fue sustituido en gran medida por el violeta de manganeso, pigmento sintético más fuerte conocido como violeta de Nuremberg.

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