¿Es posible construir un estilo de vida que te brinde total plenitud en una era tecnodigital, en donde la neurosis, la ansiedad, y el estrés se encuentran al alcance de una notificación?

Recuerdo estar en medio de una meditación cuando una notificación llegó a mi Smarthphone, acompañada por una vibración y un tono sonoro, generando la activación de mi sistema dopaminérgico y liberando reacciones bioquímicas de neurotransmisores en mi sistema nervioso central.

Este efecto género en mí. El quiebre del estado profundo de concentración que había logrado mediante la meditación, llevando mi atención al lugar en donde se encontraba mi Smarthphone, y desencadenando una reacción neurofisiológica… mi corazón empezó a palpitar y mis manos empezaron a sudar, pensamientos sobre lo que podría contener esa notificación, empezaron a surgir, ¿será mi madre?, ¿algún amigo?, ¿la respuesta a un post que compartí en Facebook? o ¿la reacción a mi historia de Instagram que subí esta mañana?

Inmediatamente traté de recuperar la calma y serenidad que había conseguido mediante la meditación, enfocando mi atención y concentración hacía mi respiración, calmada, profunda, con ritmo y simetría, como una ola que se genera, creciendo y desapareciendo en la inmensidad del océano.

Hice lo que pude para tratar de terminar mi sección de meditación ese día; sin embargo, el volver a entrar al estado profundo de meditación en el que me encontraba me fue imposible. Una vez finalizada la sección, reflexiones sobre lo que había pasado empezaron a surgir, pensamientos sobre el papel que juegan este tipo de señales comunicativas en mi ser, en mis estados de conciencia, en mi sistema dopaminérgico, en mi comportamiento, y sobre todo en mis estados del ser, llevaron a preguntarme:

Cómo es posible que nos encontremos en una época en donde la comunicación trasciende espacio y tiempo, en donde tan solo unos mensajes en mi Smarthphone, pueda comunicarme con alguien al otro lado del mundo; llamar inmediatamente a mis familiares y amigos, ordenar cualquier objeto en cuestión de tiempo a mi casa, pero que esto no sea capaz de brindarme la capacidad de llegar a un estado completamente pleno y sereno en mi ser, en donde no sienta en absoluto la necesidad de querer poseer materialidad o simplemente sentirme totalmente liberado y conectado con la grandiosidad del universo, en donde la plenitud se difumina peligrosamente con mi estado consciente del ser.

Noah Hariri (2014), en su libro “Sapiens, una breve historia de la humanidad” menciona que la tecnología y la comunicación son generadas y creadas para facilitarnos la vida y brindar estados de comodidad en el humano, en donde prácticamente con presionar algunos botones, podemos obtener cualquier cosa al instante, llenar cualquier necesidad básica. Sin embargo, también nos encontramos en la era del estrés y la depresión, la Organización Mundial de la Salud, OMS, (2020), menciona que hay aproximadamente 350 millones de personas con depresión en el mundo; además, las enfermedades mentales parecen no decrecer.

¿Qué no es acaso la tecnología (que tanto enaltecemos y nos regocijamos en ella, en poseerla y en alabarla) un progreso y evolución del ser y la sociedad?, pero ¿en dónde se encuentra este progreso?, ¿en los videos cortos que se generan segundo a segundo en las redes sociodigitales, en donde se enaltece la banalidad y se vende la corporalidad femenina como productos de supermercado, cuyo material y contenido generado se encuentra sin sustento ni fundamento?, ¿en los miles de datos informativos de contenido digital con los que tropiezo en mi navegación en la redes sociodigitales que, poco a poco, generan el decremento de mis facultades cognitivas, en donde mi atención y concentración, sólo duran el periodo de tiempo que duran los reels y los TikToks, o que ni siquiera tengo que esforzarme por procesar la reflexión ante la cantidad de información que mi neocórtex procesa mientras “scrolleo” sin parar el feedback, buscando esa recompensa dopaminérgica que me haga sentir un pequeño pero momentáneo instante de placer?

Ya bien Platón nos advertía que esta ambición ha sido el engaño a los sentidos y a la inteligencia, pues nos quiere hacer creer que en realidad estamos ante nuestro referente y no ante una copia, y es que parece que este tipo de “contenido digital”, atenta gravemente contra nuestra propia capacidad natural de pensar y razonar; en donde el ejercicio reflexivo y crítico sobre los fenómenos que observamos en esta realidad virtual se pierde y desvanece en las profundidades informativas que hipnotizan nuestra conciencia, empujándonos a configurarnos ante la función que el algoritmo indica.

Estilos de vida sofisticados, apariencias, engaños, pseudo intelectualismos, facultades que se glorifican en los entornos digitales, banalidad pura y sin detrimento. Pero todo tiene que ser pesimismo o un horizonte grisáceo que nubla nuestra visión del futuro. Al menos, ahora sabemos el tipo de uso que le podemos otorgar a esta capacidad humana de creación tecnológica y comunicativa.

Por ejemplo, en acontecimientos como pandemias y cuarentenas mundiales, logramos salvar en mayor medida las relaciones sociales, fuimos capaces de trasladar los discursos políticos a plataformas digitales y mantener las relaciones internacionales, de configurar la economía, a modo que no nos sumergimos completamente en lo que parecía ser una caída de los mercados internacionales, expandiendo y fortificando las nuevas monedas de cambio, en donde las criptomoneas, los NFT ́s, o el S&P 500 consiguieron fundamentarse como el nuevo modelo económico digital, y sobre todo salvamos en cierta medida la base fundamental de la estructura social, la educación.

Por último, me gustaría dejarlos con la reflexión, ante nuestro nuevo presente futuro que forjamos mediante todos los sucesos y actos que generamos constantemente:

¿Es acaso la tecnología nuestra salvación o es el veneno que poco a poco enferma el organismo social?, ¿estamos generando un cambio y evolución en nuestro ser, o cada vez caminamos hacia el decremento de nuestras capacidades superiores que nos hacen humanos?, ¿nos liberamos de las ataduras como el tiempo y espacio o nos encerramos cada vez más, solo rodeados por pantallas negras?

Luis Francisco Pardo Perea

Licenciado en Psicología por la Universidad Veracruzana y estudiante de la Maestría en Comunicación y Cultura Digital

Twitter @soulness77


Referencias:

Ante, L. (2021). Non-fungible token (NFT) markets on the Ethereum blockchain: Temporal development, cointegration and interrelations. SSRN Electronic Journal. https://doi.org/10.2139/ssrn.3904683

Berryman, C., Ferguson, C. J., & Negy, C. (2017). Social Media Use and Mental Health among Young Adults. Psychiatric Quarterly, 89(2), 307–314. https://doi.org/10.1007/s11126-017-9535-6

Damasio, A.R. (1999). The Feeling of What Happens: Body and Emotion in the Making of Consciousness.

Wallace, R. K. (1970). Physiological Effects of Transcendental Meditation. Science, 167(3926), 1751–1754. https://doi.org/10.1126/science.167.3926.1751

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