Para Jorge Carpizo la “Revolución es la transformación total de un sistema de vida por otro completamente distinto”, de ello que la Revolución sea un cambio y, en alguna medida, expresión de la ruptura con aquello que está vigente por considerarlo injusto.

Por lo regular, toda Revolución se vive por medio de la violencia y se caracteriza por la resistencia, y es en este camino en el que los postulados de una Revolución triunfante se convierten en fuentes de derechos.

Por otro lado, el propio Carpizo señala que un movimiento representa un cambio parcial en las estructuras económicas, y total o parcialmente en las estructuras: sociales, políticas y jurídicas, de ello que la Revolución Mexicana de 1910 sea considerada más como un movimiento que busca derrocar la dictadura de Porfirio Díaz e implantar el principio maderista de “Sufragio efectivo. No reelección”, pero el alcance resultó en un cambio social, político, jurídico y económico.

La Constitución mexicana de 1917 es producto de ese movimiento, los debates celebrados entre noviembre de 1916 y enero del siguiente año, han sido decisivos para la transformación de México; es considerada la primera Constitución político-social del mundo, y juristas como Mario de la Cueva señalan que es fuente de un Derecho nuevo, que pretende restituir la dignidad de la persona humana.

En ella se refleja nítidamente la influencia de los factores reales de poder de la época, fuerzas vivas que hicieron posible el transito del derecho real a un derecho formal, y que plasmaron en el texto constitucional los anhelos de una sociedad agraviada en extremo, despojada de la tierra, agobiada por la explotación y la pobreza, por el analfabetismo, por la indolencia de la clase política y por la ambición desmedida del empresariado extranjero.

El nacimiento de nuestra Constitución inició formalmente el 19 de septiembre de 1916 con la convocatoria que emitió el primer jefe del Ejercito Constitucionalista y encargado del Poder Ejecutivo de la Unión, y concluyó con la promulgación de una nueva Constitución el 5 de febrero de 1917. Con la inserción de los artículos 3º, 5º, 27, 28 y 123, la Constitución de 1917 consagró un régimen que orientó sus esfuerzos hacia la educación, a la restricción de monopolios, al desarrollo de la libertad de trabajo, a la protección del campesino y de los trabajadores, y esto fue posible gracias a las vibrantes participaciones de constituyentes como Heriberto Jara, Cravioto, Mújica, Palavicini o Héctor Victoria, entre otros más, que con su voz hicieron que se escuchara la voz de los mexicanos.

Si bien aún no se han cumplido muchos de los reclamos de quienes participaron en su construcción, celebrar su existencia resulta necesario para los mexicanos, pues al amparo de los derechos que consagra para todos, en el inmejorable marco de la celebración por sus 100 años, y en días que parecen tiempos difíciles para México, los mexicanos debemos darnos la oportunidad para pensar, para crear, para cambiar y para ser mejores. Ello debe ser así, porque el cumplimiento del mandato contenido en la Constitución mexicana es obligación de todos, porque todos somos nuestra Constitución.

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