El domingo terminó el proceso de selección de la coordinadora del Frente Amplio por México; una agrupación que aglutina a tres partidos (PAN, PRI y PRD) y a un número importante de organizaciones de la sociedad civil. Ese contingente surgió en 2020, como Frente Político y evolucionó al siguiente año como coalición electoral. Sus objetivos eran: 1. Evitar que Morena y sus aliados mantuvieran la mayoría calificada en la Cámara de Diputados. 2. Evitar que la coalición Juntos Haremos Historia se apoderara de un mayor número de gubernaturas. Se puede afirmar que el resultado fue mixto: Morena y aliados perdieron la mayoría calificada en la cámara baja (nunca la tuvieron en el Senado); pero, ganaron la mayoría de las gubernaturas que se eligieron entre 2021 y 2023 (16 de 23).
Durante esas elecciones locales, Morena ensayó con éxito el procedimiento adelantado de selección de sus aspirantes (que analizaremos la próxima semana) y sentó las bases para repetirlo ante la inminencia de la elección presidencial del próximo año. Esa circunstancia llevó a un buen número de analistas políticos, formadores de opinión y, posiblemente, dirigentes de los partidos opositores, a pensar que el arranque adelantado de Morena, le otorgaba una ventaja que difícilmente se podría revertir. Esa, me parece, es en parte la explicación del inicio a mediados de junio del procedimiento que culminó el domingo.
Pero ese procedimiento tuvo dos elementos novedosos. Por un lado, la participación entusiasta de las organizaciones de la sociedad civil y de miles (quizá millones) de ciudadanos sin afiliación partidaria que en noviembre y febrero pasados expresaron en sendas movilizaciones su preocupación por el retroceso democrático que representaban los planes A y B de reforma electoral de la actual administración. Por otro, no menos importante, apareció la candidatura de una mujer que sin afiliación partidaria se volvió protagonista de esa movilización ciudadana. Su salto al escenario nacional fue casi anecdótico. El 12 de junio se presentó a las puertas de Palacio Nacional con un amparo, concedido por un juez, a solicitar derecho de réplica en la conferencia de prensa que cotidianamente hace el presidente de la República. Ese amparo, fue producto de que meses atrás el presidente había afirmado que la senadora Gálvez estaba en contra de los programas sociales de su administración. Xóchitl quería explicar que no es así, que ella votó a favor en el Senado la constitucionalización de esos programas. El caso es que no le abrieron la puerta y le negaron el derecho de réplica que le otorgaba el amparo que portaba. Luego el presidente hizo señalamientos en sus mañaneras sobre su persona y su rol político, que obligaron a que cada vez más ojos voltearan a observarla y se solidarizaran con su posición. Logró, no sin un gran esfuerzo, posicionarse y darse a conocer nacionalmente. Lo que la coloca, por lo menos, como una futura candidata presidencial competitiva.
En clave de democracia, se debe dejar anotado que en la próxima reforma político-electoral será pertinente regular con seriedad los procesos de primarias para las candidaturas de los partidos y coaliciones. Nada más, pero nada menos.