Dentro de la universalidad del conocimiento que alberga una institución académica de educación superior como la Universidad Autónoma de Querétaro, las artes y las humanidades juegan un papel fundamental en la integración y cohesión de los saberes. Fuera de la universidad, las artes y las humanidades son imprescindibles en el desarrollo de nuestras culturas, de nuestras sociedades y de nuestro mundo: también sentimos, soñamos y pensamos con base en el imaginario que nos ofrecen las realidades e ideas de la pintura, la historia, la literatura, etc. Sin embargo, en pleno siglo 21, persiste la pregunta: ¿para qué sirve el arte?

Es a través del profesor —como alguien que cree en la búsqueda de caminos que implica el estudio del ser de la humanidad— que el conocimiento se aprehende y se hace valer en el cambio de nuestras culturas y nuestros imaginarios. Es gracias a la historia y a las humanidades que podemos situarnos y conocer nuestros pasados, nuestros errores y nuestros aciertos, y así construir nuestras ideas y anhelos del futuro. Es gracias a las artes y a las humanidades que comprendemos que todo desarrollo o progreso conlleva repensar las tradiciones y las formas pasadas del mundo.

Pienso las artes y las humanidades como la voz de lo incierto y la expresión del cambio continuo que somos. Como señala Zygmunt Bauman, el arte contemporáneo no busca expresar una certeza, sino más bien el caos y el fluir que son parte de la vida humana. Pero las artes y las humanidades son también un medio para comunicarnos e irnos construyendo, destruyendo y reconstruyendo con el paso del tiempo. Un puente para la búsqueda de nuevas poéticas que nos ayuden a crear un mundo mejor, mediante la producción de otras realidades e imaginarios. Cada estudiante, cada profesor, representan la posibilidad de que esto suceda, al tiempo que garantizan la multiplicidad de perspectivas y evidencian la necesidad del diálogo. Lo que se espera es que dichos intercambios tengan como objetivo la búsqueda ética y poética del entendimiento y el respeto de nuestras diferencias y diversidades; que en medio de la pérdida de utopías que caracteriza al ser contemporáneo, podamos construir un sentido de cuidado, no sólo de la multiplicidad de formas humanas, sino del planeta en general.

Siguiendo los pasos de grandes pensadores como Georges Bataille y Gilles Deleuze, creo que las artes y las humanidades son una salud, pues sirven para hacernos conscientes de lo que realmente somos, desde lo más ominoso y terrible, hasta lo más bello y confortante. El arte nos enseña a mirar de frente al caos, a la incertidumbre y a la contradicción, para que nos demos cuenta de que los unos somos responsables de los otros, como igualmente somos responsables de los imaginarios que nos constituyen.

¿Para qué sirve el arte? Lo que debería preocuparnos es la insistencia de esta pregunta.

Facultad de Artes

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