¿Has escuchado hablar de la economía colaborativa? Aunque si has utilizado plataformas como Airbnb, Uber, BlaBlaCar o Rappi, ya sabes a lo que me refiero.

La economía colaborativa es un modelo económico basado en el intercambio y uso compartido de bienes, servicios y recursos a través de plataformas digitales.

Este fenómeno incluye desde el alquiler de viviendas u oficinas hasta transporte compartido, y sin duda está creando nuevas oportunidades económicas, desafiando las formas tradicionales de administrar u obtener dinero.

La economía colaborativa es uno de los fenómenos de mercado a nivel mundial de más rápido crecimiento en la historia. Para dimensionar, de acuerdo con Statista, el valor de la economía colaborativa a nivel mundial llegará a los 335 mil millones de dólares en 2025.

Este crecimiento se debe en parte a la popularización de las plataformas de este tipo que permiten a los usuarios monetizar sus activos o habilidades de formas innovadoras. Pero ¿qué ventajas puede traer la economía colaborativa para las finanzas personales?

Por un lado, los ahorros en costos. Al no ser necesario comprar bienes o servicios de manera permanente, los consumidores pueden ahorrar. Por ejemplo, en lugar de adquirir un automóvil, se puede recurrir a plataformas de car-sharing, reduciendo gastos como mantenimiento, seguros y gasolina.

En segundo lugar, está el acceso a recursos sin grandes inversiones Hoy por hoy, por ejemplo, los emprendedores y freelancers tienen opciones como el coworking, que elimina la necesidad de alquilar o adquirir una oficina propia. De esta manera, se optimizan los recursos sin realizar una inversión inicial elevada.

Y, por supuesto, el tema de ingresos adicionales. Las personas pueden generar ingresos extra al compartir sus recursos. Por ejemplo, rentar una habitación en su hogar o compartir un trayecto en autos compartidos, como BlaBlaCar.

Otra de las grandes ventajas, pero que solemos no tomar tanto en cuenta, es el fomento de un consumo más sostenible. Y es que el acceso compartido fomenta la reutilización de recursos, al evitar compras innecesarias y el desperdicio, lo cual también impacta positivamente en las finanzas personales al reducir el consumo impulsivo.

Como vemos hay muchas maneras de aprovechar este fenómeno y, a medida que el mercado sigue evolucionando, será crucial para los consumidores y reguladores adaptarse a estos cambios para maximizar los beneficios y mitigar los desafíos que, sin duda, existen alrededor.


@finanzasentacon

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