“El progreso tecnológico es como un hacha en manos de un criminal patológico”
Albert Einstein. Si usted me pregunta, yo creo que Samuel García no debió haber ganado la elección en Nuevo León, quizá había mejores opciones, no me convence su frivolidad, su ligereza extrema y lo simplón de muchos de sus argumentos, no me parece, tampoco, que rehúya frecuentemente a entrevistas en medios de comunicación para confrontaciones más directas, sin embargo, hay que reconocer que el tipo supo hacer una gran campaña, una que le dio casi el 37% de votos con una cómoda ventaja de poco más de 9 puntos. Lo hizo muy bien, de lujo, y eso se aplaude.
Sin Mariana Rodríguez, su esposa, ¿habría ganado Samuel García?, probablemente no, pero pretender que Samuel ganó gracias a las Instagram Stories de la cuenta personal de Mariana es, simplemente, no entender nada de lo que está pasando en México y en el mundo con las redes sociales.
La pareja Fosfo Fosfo fue un parteaguas en las campañas del país: dos jóvenes que venden éxito mediante alegría, fiesta, desmadre y, sobre todo, frescura y sinceridad. Cero discursos complejos, cero negatividad.
El INE no puede entender eso, son cuadrados desde el parto y leguleyos hasta el tuétano y sí, justamente así deben ser, no pueden trabajar con “interpretaciones” que para eso está el Tribunal Electoral, el problema es que trabajan con una ley creada cuando nadie imaginaba la tremenda importancia que tendrían las redes sociales.
Si usted, querido lector, no tiene una cuenta de Instagram, permítame decirle que es una cosa muy distinta a tener una cuenta en Twitter o en Facebook o en TikTok… ¿Le sigo hablando en chino?, me explico un poco mejor.
¿Verdad que no es lo mismo un spot de radio, que uno de televisión, que un espectacular, que un anuncio en un periódico o en una revista?, ¿verdad que todo tiene alcances diferentes, formatos diferentes, estrategias diferentes?, bueno, pues con las redes sociales la cosa es mucho más compleja aún.
De entrada, por ejemplo, una publicación en Instagram puede darse en formato de Reel (videos cortos de hasta 30 segundos), de Post (fotos o videos con proporción obligada), Instagram TV (videos largos) o Instagram Story (videos, fotos o imágenes de 15 segundos que pueden desaparecer en 24 horas), y que conste que esto es de manera muy somera, muy por arribita de lo complejo que realmente es.
Las Instagram Stories tienen el objetivo de compartir fragmentos de la vida del usuario, “historias”, de lo que sea: de un despertar, una comida, un chiste, un encuentro con alguien, un estado de ánimo, ¡lo que sea!
Ciertamente, una persona puede vender un producto a través de sus cuentas en redes, pero dígame, ¿entonces en automático TODO lo que publique en su red se convierte en un tema publicitario?....
Evidentemente no es así, para darse cuenta habría que seguir a un par de influencers y darse cuenta de que es más que evidente cuando el contenido es pagado y cuando no lo es.
Como sea, Fosfo Fosfo podrá perder la multa contra el INE, pero ha ganado convertirse en el nuevo paradigma en comunicación política… Puede que no le guste el tema, como a mí, pero eso no lo hace menos real.