México enfrenta una serie de desafíos en materia económica, de seguridad y de política exterior que condicionarán el éxito de la administración entrante. Un crecimiento económico raquítico, una crisis de seguridad sin precedentes y una política exterior errática requieren estrategias que corrijan el rumbo y restauren la confianza al interior y al exterior.

En materia económica, la administración de AMLO deja un saldo desfavorable: un crecimiento promedio anual de 1%, el más bajo de las últimas tres décadas. A pesar del incremento en el salario mínimo y la expansión de los programas sociales, la falta de inversión pública y privada, así como el déficit fiscal han limitado las perspectivas de crecimiento a largo plazo. Sheinbaum deberá equilibrar la disciplina fiscal con la necesidad de inversión en infraestructura y desarrollo social. El nearshoring representa una oportunidad única para atraer inversiones debido a la reconfiguración de las cadenas globales de suministro, pero el gobierno saliente no supo aprovecharla. La administración entrante deberá reconstruir la confianza de los inversionistas, promoviendo un entorno de certeza jurídica y estabilidad macroeconómica.

En seguridad Sheinbaum hereda un país con niveles de violencia alarmantes. La prioridad deberá ser recuperar el control de las regiones dominadas por el crimen organizado sin recurrir a tácticas militaristas que puedan agravar la situación, lo que implica redefinir el papel de las fuerzas armadas, que ganaron un protagonismo sin precedentes durante el sexenio anterior. La Presidenta deberá encontrar un equilibrio entre el uso de la fuerza y las estrategias de prevención del crimen, coordinándose de manera efectiva con la Guardia Nacional y las policías locales.

En el plano internacional, el gobierno de AMLO adoptó una política exterior errática, marcada por afinidades ideológicas con gobiernos autoritarios y tensiones con socios comerciales clave. Sheinbaum deberá redefinir este enfoque, priorizando la cooperación con Estados Unidos en seguridad, migración y comercio, y restableciendo relaciones con España y la Unión Europea para diversificar alianzas. Para atraer inversiones y maximizar la influencia global, la nueva administración debe adoptar una política pragmática basada en intereses nacionales, enfocándose en la estabilidad y proyectando a México como un socio confiable.

Los desafíos que enfrenta la nueva administración no son menores. Un entorno económico incierto, una crisis de seguridad que desangra al país y una política exterior desorientada requieren capacidad para redirigir el rumbo del país y transformar la incertidumbre en estabilidad y progreso.

@maeggleton

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