La teoría política proporciona un marco conceptual que permite comprender y analizar la complejidad de la realidad política; facilitando la identificación de patrones, riesgos y posibles consecuencias. A la luz de la teoría democrática, el escenario mexicano es sumamente complejo. Vivimos un momento crítico para la democracia mexicana.

En La quiebra de las democracias (1978), Juan J. Linz, examina cómo las democracias pueden deteriorarse y eventualmente colapsar debido a la erosión de la legitimidad y la concentración del poder. La estabilidad de una democracia no sólo depende de la eficacia de las instituciones, sino también de su legitimidad. La reforma judicial recién aprobada debilita uno de los contrapesos esenciales para el equilibrio democrático: la independencia judicial. La erosión de los contrapesos y la independencia de los poderes pueden conducir a un punto de no retorno donde la democracia se transforma en un régimen autoritario.

Robert Dahl en La Poliarquía (1971) subraya la importancia de la competencia política y el pluralismo para el funcionamiento de una democracia. Una democracia se caracteriza por la existencia de múltiples centros de poder y la posibilidad de alternancia en el gobierno. Además, la calidad de la democracia depende de la capacidad de los ciudadanos para elegir entre alternativas reales y efectivas; la centralización del poder socava la posibilidad de que surjan y se consoliden opciones políticas alternativas, lo que respresenta un retroceso hacia un modelo de partido dominante que limita la pluralidad y la competencia.

Mainwaring y Shugart (1994) destacan el riesgo de caer en un modelo de hiperpresidencialismo, donde el poder se centraliza en el Ejecutivo a expensas de los demás poderes. La concentración de poder en el Ejecutivo es especialmente preocupante en democracias con instituciones débiles (o deliberadamente debilitadas, como es el caso mexicano) ya que puede llevar a un autoritarismo encubierto, donde la apariencia de democracia se mantiene pero los mecanismos de control y balance se ven erosionados y donde se afecta la capacidad de la oposición para ejercer su papel en el sistema político reduciendo su influencia y su capacidad para cuestionar y frenar las acciones del Ejecutivo.

La democracia mexicana enfrenta desafíos significativos. El legado del presidente López Obrador es un proceso que erosiona los fundamentos de la democracia y que pone en peligro el equilibrio de poderes, la competencia política y la independencia de las instituciones. La teoría da cuenta de que la erosión democrática no ocurre de manera repentina, sino como resultado de cambios graduales que socavan los cimientos del sistema. México requiere una respuesta firme y clara de la sociedad civil, los actores políticos y las instituciones, en defensa de los principios que aún sostienen nuestra frágil democracia.


Twitter: @maeggleton

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