La reelección de Donald Trump impone desafíos profundos para la política exterior y de seguridad de México. El T-MEC, renegociado bajo la presión de Trump en 2017 tras su amenaza de abandonar el TLCAN, incluye revisiones cada seis años y renovaciones anuales, lo que otorga a Trump una poderosa herramienta para ejercer presión constante sobre México, especialmente en torno a los temas que más le preocupan: migración y seguridad.
La política económica de Trump se caracteriza por un enfoque proteccionista y tácticas de presión directa. Durante su primer mandato, mostró disposición para imponer tarifas a México con el fin de avanzar su agenda migratoria. Enfrentar estas políticas arancelarias sería un reto importante para México, dada su fuerte dependencia comercial con Estados Unidos. Aunque los aranceles de Trump suelen dirigirse prioritariamente hacia China, la historia reciente indica que México no quedaría exento de este tipo de presión, especialmente en sectores estratégicos como el automotriz, agrícola y energético.
En el tema migratorio y de seguridad, Trump considera que la migración irregular y el tráfico de fentanilo representan amenazas a la seguridad nacional. Es probable que su administración exija mayor colaboración de México, utilizando al T-MEC como un mecanismo de negociación, aprovechando la interdependencia comercial de ambos países para obtener concesiones en estos temas prioritarios.
Comprender el fenómeno Trump y su base electoral, que responde de manera emocional y polarizada, resulta clave para México. En vez de respuestas simplistas, se necesita una estrategia diplomática que priorice la estabilidad y la cooperación, promoviendo una relación pragmática con EU que evite tanto la confrontación directa como una sumisión sin reservas.
El regreso de Trump con una agenda proteccionista y un electorado polarizado plantea un reto significativo para México, que se encuentra en una relación de interdependencia compleja y asimétrica con Estados Unidos. Más que buscar alternativas alejadas de Norteamérica, México debe consolidarse como un socio confiable dentro del bloque regional y fortalecer los beneficios del T-MEC. Paralelamente, debe trabajar en mejorar su seguridad y gobernabilidad, aspectos fundamentales para cambiar su imagen internacional y disminuir las presiones externas.
En última instancia, el éxito de la relación bilateral dependerá de la capacidad de México para implementar políticas firmes y efectivas, que consoliden su posición en el contexto norteamericano y construyan una relación estable y equilibrada con Estados Unidos. Solo una estrategia clara y proactiva permitirá a México no solo resistir las presiones, sino también aprovechar las oportunidades dentro de una relación de alta interdependencia.
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