A pesar de los avances en materia de participación política de las mujeres, existen múltiples desafíos. 1. La persistencia del machismo en las estructuras de poder. En la medida en que las mujeres son percibidas como sujetos devaluados, que pueden ser objeto de limitaciones en su vida y sus derechos, la brecha en la presencia de mujeres en los más altos cargos suele ser una de sus manifestaciones más cotidianas. 2. Las barreras institucionales; a pesar de que la mayoría de las democracias han implementado cuotas para incrementar la representación femenina, persisten limitaciones, ya que las cuotas son insuficientes para contrarrestar prácticas discriminatorias arraigadas y su implementación se ve amenazada por resistencias políticas y culturales. 3. Acceso limitado a recursos financieros y de formación, impidiendo a las mujeres competir en igualdad de condiciones. 4. Violencia política de género; las mujeres en política enfrentan una doble victimización: por ser políticas y por ser mujeres. Estos cuatro elementos buscan mantener a las mujeres fuera del espacio público y político y, con ello, generan una subrepresentación en puestos políticos de alta importancia

Con datos de 2023, en América Latina se observan tres categorías de países en cuanto a la participación de mujeres en gabinetes ejecutivos. En primer lugar, aquellos en los que las mujeres tienen al menos el 50% de los cargos en el gabinete; en segundo los que se ubican entre el 30% y el 49% y, en tercero, los que tienen una presencia de mujeres inferior al 30%. En la primera categoría, se ubican únicamente Chile y Nicaragua, con el 50% y el 60%, respectivamente.

En la segunda, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Honduras, México y Perú, con porcentajes que van del 31.8 en El Salvador al 45% en México. Finalmente, en la tercer categoría encontramos a Argentina, Bolivia, Brasil, Guatemala, Panamá, Paraguay, República Dominicana, Uruguay y Venezuela, con porcentajes que van del 6.7% en Guatemala al 29.4% en Panamá.

En lo que respecta al Poder Legislativo, hay mayor presencia de mujeres. Las leyes establecen paridad en Argentina, Bolivia, Costa Rica, México, Nicaragua y Venezuela; cuotas que van del 30% al 40% en Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Honduras, Panamá, Perú, República Dominicana, El Salvador y Uruguay y, no se establecen criterios mínimos de participación en Guatemala y Paraguay que son, junto con Venezuela, los tres países con menor participación de mujeres en el Legislativo

Además de estas limitaciones, enfrentamos el dilema de la representación sustantiva. No es suficiente incrementar la cantidad de mujeres porque es crucial asegurar que, quienes llegan a dichos cargos, tengan la capacidad y la voluntad de promover políticas que mejoren la vida de otras mujeres y desmantelen las estructuras de poder patriarcales.

Sin una representación efectiva de todas las partes de una sociedad, no son posibles los sistemas verdaderamente democráticos.

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