La mentira como herramienta de propaganda es ampliamente utilizada para manipular la percepción pública, influir en la opinión y moldear comportamientos colectivos. Esta técnica se basa en la distorsión deliberada de la verdad, ya sea mediante la creación de falsedades completas, la omisión de información clave o la exageración y/o tergiversación de hechos.
Su implementación se encuentra en contextos políticos, sociales y comerciales y muy a menudo se sustenta en la explotación de emociones humanas como el miedo, la esperanza, el odio o la empatía.
La coyuntura de imparable violencia y un cuadro de total impunidad fue la receta de la cuatroté que durante seis años se aplicó sin matices y que hoy enluta millones de hogares, golpea la economía en todas sus esferas y deja a su suerte a regiones enteras.
La estrategia de seguridad recientemente implementada por el gobierno de Sheinbaum sigue desnudando el horror mexicano de la inseguridad y la pax narca que se quiso ocultar detrás de una mañanera tóxica de posverdad y datos falsos.
Esas mentiras vertidas como herramientas de propaganda son un arma poderosa que han sido utilizadas a lo largo de la historia para controlar narrativas y manipular masas. Sin embargo, la detención y exhibición constante de objetivos criminales en la guerra que se vive en amplios territorios, exhibe la corrupción y el hedor en los tres niveles de gobierno, que durante un sexenio completo se negaron a enfrentar y menos a combatir. La licencia de permisividad para delincuentes a cambio de favores electorales hoy hace implosión y su onda expansiva apenas comienza; el crimen organizado tiene incendiado al país.
La realidad golpea la narrativa y los datos falsos produciendo una confrontación inevitable entre los socios estratégicos de México, la verdad objetiva y la narrativa fabricada. El margen de maniobra se le cierra a esta estrenada administración para defender un modelo de “atención a las causas” que ha fracasado de manera estrepitosa.
En escasas semanas desde el Departamento de Estado se determinará bajo la sección 219 de la Ley de Inmigración y Nacionalidad designar a estas organizaciones criminales como organizaciones terroristas extranjeras (FTO, por sus siglas en inglés) y México tendrá que enfrentar de manera coordinada la guerra que se avecina.
La narrativa de una soberanía hoy arrodillada ante los intereses del narcotráfico comenzará una nueva etapa, ya que se activarán un conjunto de medidas legales y operativas diseñadas para debilitarlos y limitar su capacidad de operación.
El narco mexicano y sus múltiples tentáculos político criminales representan amenazas significativas para la seguridad nacional de los Estados Unidos y para la región.
Y esta acción generará tensiones diplomáticas.
Este gobierno deberá estar debidamente preparado para los golpes políticos, mediáticos y jurídicos que indudablemente atestará en los primeros cien días de gobierno el próximo presidente Donald Trump.
Y uno de los epicentros estará en la esfera verde olivo.