Aunque muchas veces pensamos en el ultrasonido cómo solo una oportunidad para “ver” al bebé, en realidad, el ultrasonido prenatal es mucho más que una simple imagen de bebé. Es una herramienta esencial para asegurar que cada embarazo avance de manera saludable. Es recomendable que todas las mujeres se realicen al menos tres ultrasonidos durante el embarazo, uno en cada trimestre.

Primer trimestre: Ultrasonido de tamizaje.

El primer ultrasonido clave se realiza entre las semanas 11 y 14 de embarazo. Su objetivo es evaluar la probabilidad o riesgo de ciertas complicaciones que pueden afectar a bebé o mamá. Durante esta evaluación, se examinan ciertos factores que pueden indicar un mayor riesgo de cromosomopatías (anomalías genéticas), como el síndrome de Down, y se calcula también el riesgo de presentar condiciones como preeclampsia (presión alta en el embarazo) o parto prematuro.

La importancia de esta evaluación radica en que, si se detectan pacientes con un alto riesgo de desarrollar estas condiciones, en algunos casos es posible iniciar intervenciones preventivas. Por ejemplo, en el caso de riesgo de preeclampsia, se puede recetar aspirina en dosis bajas, lo que reduce significativamente la probabilidad de que se presente esta condición. Este ultrasonido permite a los padres y al equipo médico contar con una guía temprana sobre los cuidados necesarios y tomar decisiones informadas que beneficien tanto a la madre como al bebé.

Segundo trimestre: Ultrasonido de evaluación estructural.

El ultrasonido de segundo trimestre, que se realiza idealmente entre las semanas 18 y 22, tiene como objetivo realizar una evaluación de todos los órganos y estructuras de bebé. Este estudio permite observar con detalle el cerebro, corazón, riñones, extremidades y columna vertebral, para confirmar que se están formando correctamente.

Es en este ultrasonido es donde se detectan la mayoría de los defectos estructurales, como problemas cardíacos, anomalías renales o de la columna vertebral. Aunque la mayoría de estos defectos no pueden corregirse mientras el bebé está en el útero, su detección temprana es crucial. Saber si el bebé necesitará atención especial permite a los padres y equipo médico prepararse para el momento del nacimiento, seleccionando un hospital con los recursos adecuados y garantizando la presencia de los especialistas necesarios para el cuidado del bebé. Esta planificación puede ser la diferencia entre una situación de emergencia y una que esté bajo control.

Tercer trimestre: Ultrasonido de crecimiento y evaluación complementaria.

En el tercer trimestre, entre las semanas 28 y 32, el ultrasonido se enfoca principalmente en evaluar el crecimiento fetal. Este estudio permite calcular el peso de bebé, observar su posición en el útero, evaluar la cantidad de líquido amniótico, todos factores importantes para planificar el nacimiento. Este ultrasonido también cumple una función complementaria al ultrasonido estructural del segundo trimestre. Algunos defectos, conocidos como anomalías de aparición tardía, pueden manifestarse en esta etapa, y una evaluación adicional permite detectarlos a tiempo para tomar las medidas necesarias.

Para asegurar que cada ultrasonido cumpla con su función específica, es necesario que estos estudios sean realizados por un especialista en medicina materno-fetal. La experiencia y el conocimiento de un especialista pueden marcar una diferencia significativa en el monitoreo y cuidado del embarazo, maximizando las posibilidades de un resultado saludable para el bebé y la madre y brindando la tranquilidad.

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