Esta semana he tenido la oportunidad de viajar y he podido apreciar diversos museos. Esta semana te contaré acerca de algunas obras artísticas que me han impresionado y han sido importantes para la historia del arte.
De la primera de la que te quiero contar es acerca de la Capilla Sixtina, obra que ha sido por excelencia el estandarte del movimiento renacentista. Ésta fue encomendada por el papa Julio II al artista Miguel Ángel Bounarroti, quien en primera instancia se negó, ya que, según él, no era pintor sino un simple escultor. Imaginemos por un momento ¿qué hubiera creado si hubiera dicho, desde el inicio, que era buen pintor? La capilla representa escenas de la Biblia como la creación de Adán, esta escena es sin duda uno de los páneles más conocidos de esta capilla, por no decir el más famoso, en esta podemos ver cómo a pesar de que estas dos figuras centrales no se tocan se transmiten una energía impresionante. A través de estas pinturas, el artista se encargó de mostrar la grandeza de la iglesia, ya que las pinturas de la Capilla Sixtina buscaban exaltar lo impresionante que era la iglesia en ese entonces, mostrando su poder tanto espiritual como material. Asimismo, estas pinturas muestran la visión única que Miguel Ángel tenía de la belleza humana, cómo ésta era representada a través de la perfección. Además, Miguel Ángel combinó elementos de la antigua mitología con temas cristianos, creando una fusión única que une lo clásico con lo religioso. Después de casi 24 años de haber terminado los frescos del domo, Miguel Ángel regresó a la capilla a pintar el Juicio final, el cual pintó entre 1536 a 1541. Este fresco, como su nombre lo indica, representa el juicio final de la tradición cristiana. En éste podemos ver el nivel del cielo que está protagonizado por Dios y su madre la virgen María. A su alrededor los rodean ángeles y santos, a quienes podemos reconocer por sus símbolos característicos. Por ejemplo podemos ver a San Sebastián sosteniendo unas flechas las cuales representan su martirio.
Otra característica importante de esta obra son las figuras humanas, éstas se muestran en su mayoría desnudas y con cuerpos musculosos, lo que refleja la fascinación que tenía Miguel Ángel por la escultura y anatomía. Esta representación provocó criticas en su tiempo, pero la que más le molestó a Miguel Ángel fue la de Biagio da Cesena, quien se quejó con el mismísimo papa, argumentando que las figuras desnudas eran inapropiadas para ese lugar sagrado. Ante esto, Miguel Ángel encontró la manera perfecta de vengarse, lo retrató en el nivel del inframundo como Minos, juez del infierno, con orejas de burro, símbolo de su necedad y colocó una serpiente comiendo de su zona íntima. Aunque esto no le agradó a Biagio, el papa le respondió que su poder no se extendía hasta el infierno por lo que no podía hacer nada al respecto. Esta respuesta sólo reforzó el papel que tenía el artista dentro de la escena política religiosa.
Además de este espacio tan increíble, el Vaticano alberga muchísimas más obras de arte. Estas son de una calidad impresionante y cuentan con historias inigualables. La siguiente semana te seguiré contando acerca de otras piezas.
*Lic. en Historia del Arte y Curaduría