En la última columna te conté acerca de un artista que influyó, de manera negativa, en la vida de más de una mujer; sin embargo, esto no fue impedimento para que sus obras terminaran en los museos más importantes del mundo. Esta semana te contaré acerca de un artista que, aseguran, tuvo relación y fue cómplice de uno de los criminales más infames de Inglaterra del siglo XIX.

Hoy te contaré de Walter Sickert, artista de origen alemán que incursionó en el estilo postimpresionista. En 1868, junto con su familia, el artista se mudó a Inglaterra, lugar que se convertiría en su residencia permanente. Sus pinturas muestran una habilidad tan impresionante que lo han posicionado dentro de los grandes maestros de Inglaterra. Los temas que habitualmente pintaba era el retrato, naturaleza y paisajes; sin embargo, al igual que muchos artistas de la actualidad, pintaba eventos que habrían marcado a la sociedad en donde vivía. Uno de estos eventos fue el infame caso del homicida en serie, conocido como Jack el destripador, se dice que fue tanto su interés por el tema, que esto lo habría llevado a rentar el mismo departamento donde este criminal vivía durante la época en la que pasaron los crímenes. Esto quedó plasmado en una de sus pinturas más famosas, titulada La habitación de Jack el destripador, en esta se puede ver un cuarto oscuro, donde las tonalidades rojizas potencializan la sombría y el misterio de la figura que se encuentra al fondo de la habitación parece ser una persona, ¿es acaso el criminal viendo el miedo y la angustia que ha dejado en la ciudad tras sus crímenes? O es tal vez ¿un perchero? Esta y otras pinturas escandalizaron a varias personas, en especial a la novelista Patricia Cornwell que llevó a cabo una investigación exhaustiva para comprobar que el artista era en realidad el criminal. Según sus investigaciones, los dos compartían el mismo ADN, el mismo sobrenombre Nemo, pero además ella asegura que el artista sólo pintaba lo que conocía, por consiguiente, esto significa que el artista debió de haber estado presente en las escenas del crimen para poder trasladarlas en su lienzo. Esta teoría fue muy aceptada y divulgada a nivel mundial por medios dudosos, pero los expertos del artista desestimaron inmediatamente la teoría, ya que existen muchas pruebas que ubican al artista en París durante la época de actividad del criminal.

Quise presentarte este caso porque a comparación de los anteriores, fue la especulación morbosa y las falsas acusaciones que marcaron la carrera del artista y lo llevaron a la fama internacional. Estas acusaciones generaron que su supuesta vida personal se viera llena de morbo y supuesta complicidad. Sin embargo, sus demás pinturas muestran su gran habilidad artística y dejan ver su sensibilidad, apreciación por la naturaleza y sobre el interés que tenía por la vida.

Esto me hace reflexionar: ¿es que hay que ser malo para hacer buen arte? O ¿hay que ser buena persona y dejar que las malas intenciones nos lleven a la fama? En la siguiente columna te contaré de un artista más que su vida personal estuvo marcada por la turbulencia.

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