Hace unos días me detuve a pensar en esas cosas que no podemos ver físicamente, pero que son esenciales para nuestra existencia, como el aire o nuestros propios sentimientos. Esta idea me llevó a reflexionar sobre situaciones o personas que, por diversas razones, parecen nunca haber existido, como si una fuerza invisible los hubiera borrado de la historia, dejando sólo pequeños rastros de su paso por ella. Lamentablemente, esta invisibilidad ha sido una constante dentro de la historia del arte. A lo largo de los siglos, numerosos artistas y sus obras han sido invisibilizados, ya sea por cuestiones sociales, de género, políticas o críticas. Sin embargo, hoy, gracias a las revisiones históricas, muchos de estos artistas han comenzado a recibir el reconocimiento que merecen y finalmente tienen su propio lugar en la historia del arte. Es por esto que hoy quiero contarte sobre algunos de esos artistas que han dejado de ser invisibles y han logrado recuperar su lugar en el ámbito artístico.

Me gustaría contarte de una figura crucial en el desarrollo del arte abstracto, una artista cuya obra fue esencial, pero lamentablemente invisibilizada por la historia oficial del arte: Hilma af Klint. Aunque los libros de historia del arte suelen ubicar el nacimiento formal del arte abstracto en 1910, gracias a las revisiones históricas sabemos que este movimiento comenzó en 1906, con la obra pionera de Hilma af Klint. Fue aceptada en la Real Academia Sueca de las Artes, donde formó parte de la segunda generación de mujeres que comenzaron a formarse como artistas. En su época, las sesiones espiritistas estaban en auge, y Hilma no fue la única artista atraída por este tipo de prácticas. Junto con cuatro amigas, fundó un club conocido como El Club de los Viernes, en el que se dedicaban a la escritura y pintura automática, una técnica que consiste en crear sin planificación previa, dejando que el subconsciente guíe el proceso. Este método recuerda a los garabatos que solemos dibujar en nuestras libretas o en pedazos de papel, sin pensar, sólo siguiendo el impulso de la mano. Las sesiones espiritistas que realizaban en este club les permitieron comunicarse con unos seres llamados Los Altos Maestros, quienes les transmitían mensajes que la artista plasmaba en sus lienzos.

Sus obras eran innovadoras y desafiaban los paradigmas del arte de su tiempo. A pesar de que cuatro años después el arte abstracto se formalizaría como movimiento, su trabajo no fue bien recibido en su época. En 1908, Hilma af Klint mostró su obra a un importante educador del momento, quien le recomendó esconderla por más de 50 años, ya que, según él, el mundo no estaba preparado para apreciar su arte. Sin embargo, esta recomendación no se cumplió, ya que la última voluntad de la artista fue que su obra se expusiera 20 años después de su muerte, y así fue. Gracias a esto es que hoy conocemos su impresionante legado y podemos reconsiderar el verdadero inicio del arte abstracto, reconociendo a Hilma af Klint como una pionera cuyo trabajo fue adelantado a su época.

En la siguiente columna te seguiré contando sobre otros artistas que por fin han recibido el reconocimiento que merecen dentro de la historia del arte.

*Lic. en Historia del Arte y Curaduría

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