La semana pasada te hablé sobre Hilma af Klint, una artista cuya obra permaneció ignorada durante décadas debido a los sesgos de la narrativa tradicional de la historia del arte. Sin embargo, gracias a las revisiones históricas recientes, finalmente está recibiendo el reconocimiento que merece. Esta semana quiero hablarte sobre una práctica que, durante siglos, contribuyó a la invisibilización de muchos creadores.
En la historia del arte, hay muchas prácticas que suelen permanecer ocultas o minimizadas, y una de ellas es el papel de los ayudantes en la creación de obras, especialmente en movimientos como el Renacimiento o el Barroco. Un ejemplo emblemático es el artista flamenco por excelencia, Pedro Pablo Rubens, quien creó más de 1,000 pinturas. Este logro no habría sido posible sin el apoyo de su taller, compuesto por ayudantes y discípulos, entre ellos el reconocido Van Dyck. Se sabe que su taller llegó a tener más de 20 asistentes, lo que no sólo optimizaba el tiempo y la producción, sino que también plantea preguntas sobre la autoría de las obras. Inclusive se han realizado análisis a sus pinturas para determinar qué porcentaje de estas fueron realizadas puntualmente por el artista y cuánto por sus ayudantes. Esto me lleva a reflexionar: ¿se pueden considerar estas obras completamente de su autoría? ¿Hasta qué punto el nombre de la artista principal valida la obra?
Es importante señalar que algunos artistas no sólo contaban con ayudantes o asistentes, sino también con esclavos, como fue el caso de Diego Velázquez. Juan de Pareja fue uno de los esclavos más cercanos al artista y trabajó durante años en su taller, realizando tareas que iban desde limpiar pinceles hasta colaborar en la creación de algunas de sus obras más destacadas. Sin embargo, inicialmente no conocimos a Juan de Pareja por el reconocimiento que realmente merece, sino por el famoso retrato que Velázquez pintó de él en 1650. Gracias a esta obra, considerada una de las mejores de Velázquez, podemos conocer al artista y algunos detalles de su vida, como que nació en Antequera, Málaga. Permaneció como esclavo del artista hasta el año de la creación del retrato, ese mismo año, Velázquez decidió concederle su libertad.
Con su libertad, Juan de Pareja no dudó en dedicarse a lo que más amaba: el arte. Abrió su propio taller y produjo diversas obras artísticas, que hoy en día encontramos en los museos más reconocidos del mundo. Demostró su talento y dejó claro que la libertad no sólo es un valor fundamental, sino también un motor que permite expresar el talento y la creatividad que la opresión mantiene oculta.
El arte también es un espacio de invisibilización. La exclusión de ayudantes, asistentes e incluso esclavos plantea una reflexión sobre cómo se ha construido el relato de la historia del arte y cuántas voces han sido excluidas de éste. Los talleres de grandes artistas fueron lugares donde muchas personas contribuyeron a la creación de obras, sin embargo éstas sólo llevaban la firma del maestro. Pero, ¿tú qué opinas? ¿Por qué crees que esos ayudantes no recibieron el crédito que merecían? ¿Por qué sus nombres no aparecen junto a las obras en las que trabajaron?