¡Febrero ha llegado! En este mes no solo celebramos el amor y la amistad, sino que también cerramos con broche de oro el famoso maratón “Guadalupe-Reyes” con una de las tradiciones más esperadas: los tamales.
Esta semana quiero compartir contigo un poco sobre el origen de esta deliciosa costumbre, además, explorar algunas representaciones artísticas de la Virgen de la Candelaria, cuyo nombre está ligado a esta celebración.
El 2 de febrero, Día de la Candelaria, es considerado por muchos como el cierre del maratón “Guadalupe-Reyes”. Además de ser una fecha de reunión y convivencia con familiares y amigos, destaca por la tradición de compartir tamales y atole, cortesía de quienes encontraron al Niño Dios en la Rosca de Reyes el 6 de enero.
Aunque hoy en día se ha convertido en una celebración de encuentro y disfrute, su origen proviene de la fusión entre la tradición católica y prehispánica. Durante la evangelización, las prácticas religiosas traídas por los españoles se mezclaron con los rituales indígenas, dando lugar a nuevas tradiciones. Un claro ejemplo de ello es esta festividad, en la que el tamal, un alimento sagrado en las civilizaciones mesoamericanas, se integró como un elemento principal de la celebración.
Además, en la tradición católica, esta fecha también conmemora la presentación del niño Jesús en el templo católico. Por ello, muchas personas visten a sus niños Dios con distintos atuendos y los llevan a la iglesia para ser bendecidos. Es así como surgen las representaciones del niño doctor, niño enfermero y muchas otras vestimentas simbólicas.
Asimismo, el 2 de febrero se celebra a la Virgen de la Candelaria, una advocación mariana muy venerada en diversas regiones, donde se realizan festividades en su honor con misas, procesiones y fiestas populares.
Ahora si quiero hablarte de una representación de la Virgen de la Candelaria, venerada en varios países de Europa y Latinoamérica, como Perú. Se trata de la pintura “Virgen de la Candelaria”, realizada por el artista Gregorio Vásquez de Arce y Ceballos. En esta obra, la Virgen sostiene al niño Dios en un brazo, mientras que en la otra mano lleva una vela encendida, símbolo de la luz o candela, de donde proviene el nombre Candelaria. Además, en el suelo se observa una canasta con dos palomas, una ofrenda tradicional presentada en el templo al llevar al Niño Dios. Esta pintura no sólo resalta la tradición religiosa, sino también los elementos simbólicos que forman parte de esta celebración.
El Día de la Candelaria es un claro ejemplo de cómo las tradiciones evolucionan con el tiempo, enlazando elementos religiosos y culturales. Desde la tradición de compartir tamales y convivir con nuestros seres queridos hasta las representaciones artísticas de la Virgen de la Candelaria, esta celebración nos recuerda la riqueza simbólica y el papel fundamental de la comunidad en la preservación de nuestras costumbres. Pero, ¿tú qué opinas?, ¿conocías esta representación de la Virgen?, ¿crees que esta festividad se reduce sólo a los tamales, o ves en ella un significado más profundo?
*Lic. en Historia del Arte y Curaduría