A partir del regreso de Trump al poder, una palabra ha entrado al vocabulario cotidiano mexicano: arancel, o el impuesto que se aplica a las mercancías que se importan o exportan como parte de la política comercial de un país.

En la mayor parte del mundo las mujeres tomamos el 70 por ciento de las decisiones de compra y somos las responsables de realizar las compras, contratar servicios y administrar los recursos familiares. Por eso, para las mujeres, el incremento de precios que traen consigo los aranceles agrava el incremento arbitrarios a los precios de los productos y servicios comercializados para mujeres y niñas conocido como “impuesto rosa”. Esta forma de discriminación basada en el género propicia la desigualdad entre hombres y mujeres al obligar a estas últimas a pagar más dinero por artículos y servicios esenciales, lo que impacta de manera negativa en su bienestar financiero ya que, además, la mayoría percibe menores salarios que sus compañeros.

Un estudio realizado por la Comisión de Comercio Internacional de los Estados Unidos, reveló que los aranceles impactan de manera desproporcionada a las mujeres y otros grupos de bajos ingresos debido a que estos destinan la mayor parte de su sueldo a la adquisición de productos de primera necesidad como alimentos, medicinas y útiles escolares así como al pago de servicios.

Extrañamente, pocas veces hablamos sobre los “aranceles rosas”, los impuestos a la importación de productos provenientes de otros países, clasificados como “artículos para mujeres” en la Ley de Impuestos Generales de Importación y Exportación. Estos artículos incluyen, entre otros, ropa íntima, accesorios, cremas, desodorantes, champú, cosméticos, perfumes, abrigos, medias, trajes de baño, calzado, faldas, blusas y pantalones, entre otros. Los “aranceles rosas” ​​también se aplican a productos de limpieza, decoración, electrodomésticos y artículos para el hogar.

Los “aranceles rosas” tienen como consecuencia que la ropa y calzado importados para mujeres y niñas cueste más que la ropa y el calzado importado para niños y hombres. De acuerdo con un estudio realizado por el Instituto de Política Progresista de los Estados Unidos, en promedio las mujeres pagan de 3 a 15 por ciento más aranceles que los hombres. En México, la Procuraduría de la Defensa del Consumidor encontró que la diferencia en los precios de productos similares o idénticos destinados a mujeres y hombres, presentaba una variación de precio en favor de los hombres de entre el 0.3 y el 17 por ciento.

Las razones de ser de la diferencia entre los aranceles aplicados a los productos para mujeres y niñas y los productos marcados para hombre y niños no son inexplicables. Son resultado de las negociaciones y acuerdos comerciales alcanzados entre los diversos países del orbe en los que los hombres dominaron y las mujeres fueron excluidas.

Los “aranceles rosas” nos enseñan que las mujeres debemos luchar por tener un lugar en la mesa.

Titular de Aliadas Incidencia

Estratégica e integrante de la Red Nacional de Alertistas

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