Por primera vez en la historia de México, la contienda electoral podría ser encabezada por mujeres. Por un lado, el izquierdo, Claudia Sheinbaum, y por la Alianza PRI-PAN-PRD, Xóchitl Gálvez.

Aun cuando no deja de maravillarme la posibilidad de que los dos grupos políticos pudieran postular mujeres, esto no es sorprendente. La lucha por los derechos político-electorales de las mexicanas tiene más de un siglo y es hasta décadas recientes que comenzamos a ver sus frutos.

En 1916, en los primeros encuentros feministas de Yucatán, políticas de todo el país insistían en la necesidad de garantizar el derecho al voto, por años negado a las mujeres, en la nueva Constitución mexicana. Elvia Carrillo Puerto y Hermila Galindo, entre otras, cabildearon sin éxito entre los constituyentes en pro del reconocimiento de ese derecho.

Fue hasta 1953 y después de muchas promesas no cumplidas, que se reformó la Carta Magna, lo que permitió que las mujeres del país votaran en las elecciones del 3 de julio de 1955. Sin embargo, la reticencia patriarcal para permitirnos salir del espacio doméstico e ingresar en la vida pública, impidió por años la llegada de mujeres a los gobiernos estatales, a los Congresos y a ocupar puestos en los gabinetes. En 1974, por fin una mujer logra hacer una muesca al Club de Toby, con la llegada de Griselda Álvarez al gobierno de Colima. Sin embargo pasarían muchos años, y constantes reformas en materia electoral, para llegar a un 2023 donde una tercera parte de la población del país es gobernada por mujeres. Así, y tras incorporar la paridad entre mujeres y hombres como principio constitucional, hoy tenemos 250 diputados y 250 diputadas en la Cámara Baja, casi el mismo número de mujeres y hombres en el Senado y una Ministra preside al Poder Judicial. El avance es indiscutiblemente importante y cada vez más rápido.

Aún quedan muchos techos por romper y nuevas cimas que alcanzar. Las juntas de coordinación política siguen dominadas por hombres, igual que las presidencias de los partidos. La UNAM nunca ha tenido una Rectora ni tampoco hemos tenido a una mujer al frente de la seguridad nacional ni la fiscalía. Eso tendrá que cambiar tarde o temprano y las feministas nos aseguraremos de ello.

Lo que es cierto es que cuerpo de mujer no garantiza la defensa de nuestros derechos, para muestra Lilly Téllez. Sin embargo, la llegada de mujeres nos acerca cada vez más a la igualdad sustantiva y hace más visible la necesidad de realizar cambios culturales para prevenir y erradicar la violencia contra las mujeres. De eso estoy segura.

La contienda electoral ya comenzó. Eso no lo puede negar nadie aunque lo niegue todo mundo. Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez tienen todo para ser las ungidas por sus respectivos grupos políticos y aparecer en las boletas como las candidatas. Por eso no es descabellado pensar que el 1 de octubre de 2024, al despertar una mujer escuche por primera vez, “Buenos días, Señora Presidenta”.

Titular de Aliadas Incidencia
 Estratégica e integrante de la
 Red Nacional de Alertistas.
 Twitter: @mcruzocampo
 FB: maricruz.ocampo

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