La salida de Paul Ospital y Toño Mejía del PRI trajo a la atención pública algo que se ha vuelto recurrente al interior de los partidos políticos de México: el salto a una nueva organización política y la consecuente acusación de traición por los ex-aliados.

En el caso de Paul y Toño, Abigail Arredondo, lideresa del PRI queretano les ha acusado de actos de corrupción que incluyen el mal uso de los fondos del partido. En particular, a Paul Ospital lo señaló de realizar gastos sin comprobar por 938 mil 400 pesos anuales, por compras de, entre otras, toallas femeninas, rastrillos, desodorantes, cigarros, tintorería, ropa interior y pijamas, además de hundir al PRI por multas acumuladas por 21 millones de pesos. Parece que la "H" que le falta a Ospital es de honestidad, honor y honradez. Eso sí, la actual diputada federal hizo énfasis en decir que ni Toño ni Paul se fueron por gusto, los corrieron. Punto.

En Querétaro también vimos la menos estrepitosa salida de otros notables políticos. Ahí están el ex-priísta Manuel Pozo Cabrera, hoy militante del PAN; Arturo Maximiliano, ex-coordinador de la campaña de Mauricio Kuri, hoy diputado local por Morena y qué decir del Regidor Marco León Hernández, quien tras su salida del PRI pasó por Convergencia, Morena y ahora es la voz del Verde en el ayuntamiento capitalino.

A nivel nacional el ex-gobernador panista de Chihuahua, Javier Corral, hoy es Senador pluri de Morena; Manuel Espino, ex-presidente del Comité Ejecutivo Nacional del PAN, hoy diputado federal de la 4T y qué decir del incélebre senador Miguel Angel Yúnez y su papi, quienes llegaron al Congreso por el PAN para convertirse en héroes de Morena con su voto a favor de la reforma judicial.

La clase política ha aprendido a sobrevivir a como de lugar, por eso, aun cuando el PRD ya no existe, seguimos viendo las caras de Ricardo Monreal, Layda Sansores, Lorena Cuéllar, Mario Delgado y muchos otros.

Alguna vez, le pregunté a un político de cuyo nombre no quiero acordarme, el por qué de este chapulineo efermizo. Con sumo cinismo me contestó que ser político en México es como ser un sacerdote ateo. Muchos sacerdotes llegan al seminario con la ilusión de trabajar por las causas de la Iglesia, pero, conforme avanzan en la curia se dan cuenta que Dios no existe pero ya no saben ser otra cosa así que siguen siendo sacerdotes. Igual los políticos. Inician con suma convicción pero conforme avanzan en sus carreras se dan cuenta de que no saben hacer otra cosa y lo único que les queda es sobrevivir en donde se pueda.

Por eso de chapulines y traidores están llenos los partidos.

Titular de Aliadas Incidencia

Estratégica e integrante de la Red Nacional de Alertistas.

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