En las guerras comerciales, la amenaza de imponer aranceles se utiliza como arma por los países en conflicto. Uno aprieta por un lado, otro aprieta por el otro en una una espiral sin fin que se lleva entre las patas a millones de personas.

Se habla mucho del impacto en la inflación, las tasas de interés y la producción, pero poco se dice sobre cómo los aranceles afectan más a quienes menos tienen, ya que, el incremento en los precios, al trasladarlos a las y los consumidores finales, resulta en la reducción del poder adquisitivo y el retroceso en el nivel de vida de las personas que cuentan con menos recursos para enfrentar las fluctuaciones de precios.

La imposición de aranceles a productos mexicanos en Estados Unidos, y la consecuente reacción mexicana de castigar la importación de productos estadounidenses, afectaría de manera desproporcionada a las mujeres, al incrementar el costo de bienes y productos básicos, como alimentos y artículos para el hogar.

Tradicionalmente, a las mujeres se les ha designado como "administradoras" del hogar, responsabilizándolas de tomar la mayoría de las decisiones cotidianas de consumo en sus familias. Desafortunadamente, debido sus bajos o inexistentes ingresos, a la falta de fuentes formales de trabajo, a la discriminación y a la violencia, millones de mujeres y niñas viven atrapadas en el resbaladizo cañón de la pobreza, sin la más mínima posibilidad de escalar sus muros para salir de él.

Tristemente, las mujeres en situación de pobreza, con frecuencia destinan la mayor parte de sus ingresos a satisfacer necesidades básicas como alimentos. La imposición de aranceles a alimentos importados como el maíz, el pollo y la leche en polvo, genera precios más altos y los hace menos accesibles, lo que puede resultar en graves deficiencias nutricionales que afectan de manera particular a las mujeres, niñas y niños. Las guerras comerciales también traen consigo el cierre de diversos sectores, siendo muchas veces las mujeres las primeras obligadas a retirarse de la fuerza laboral, lo que limita aún más sus oportunidades económicas.

La decisión de la Presidenta de México, Claudia Sheinbaum, de buscar alternativas viables para frenar la imposición de aranceles a los productos mexicanos por parte del gobierno de Donald Trump es acertada. En una guerra comercial, como en las pirinolas, "nadie gana" y "todos pierden", especialmente cuando sentado al frente está un tirano que se siente dueño del planeta. Su pirinola (y no es albur) no tiene "todos ganan".

México debe voltear inmediatamente hacia el resto del mundo y forjar nuevas relaciones comerciales que le permitan mayor capacidad de reacción, sin quitarle el ojo de encima al magnate anaranjado que hoy reina en la Casa Blanca.

En una guerra comercial absurda entre Estados Unidos y México, las mujeres más pobres, de ambos países, llevan las de perder.

Titular de Aliadas Incidencia Estratégica e integrante de la Red Nacional de Alertistas.

FB: maricruz.ocampo

Twitter: @mcruzocampo

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