Muchas mujeres ven truncados sus proyectos de vida porque se ven obligadas a abandonar sus estudios. Las causas son muchas: embarazos no deseados, violencia familiar y de pareja, pobreza, porque les prohibieron estudiar o, simplemente, porque creen que su tiempo pasó.
La educación transforma las condiciones de vida de las mujeres, sus hijos e hijas y sus comunidades. Cuando las mujeres son educadas pueden participar en la vida laboral en trabajos formales que les proporcionan seguridad social, mejores salarios y condiciones más favorables. La mujeres más educadas tienen mayores probabilidades acceder a promociones laborales y a obtener trabajos mejor remunerados, lo que conduce a una mayor independencia económica.
Educar a las mujeres contribuye al crecimiento económico, a la estabilidad social y a la reducción de la violencia. Educar a las mujeres fomenta su empoderamiento y crecimiento personal, propicia relaciones familiares más sanas y una sociedad más igualitaria. Las mujeres educadas tienen más probabilidades de sacar a sus familias de la pobreza.
La educación contribuye a que las mujeres conozcan y exijan sus derechos a participar de manera plena en la toma decisiones políticas, sociales, económicas y culturales en beneficio de sí mismas, de otras mujeres y niñas y de sus comunidades.
La educación mejora la autoestima de las mujeres, lo que les permite tomar decisiones mejor informadas sobre sus vidas, familias y carreras. La educación conduce a postergar el matrimonio y la maternidad, lo que permite a las mujeres centrarse en su educación, desarrollo profesional y proyecto de vida. Las mujeres educadas tienen más probabilidades de conocer, comprender y utilizar los servicios de planificación familiar, lo que conduce embarazos deseados y a una maternidad elegida. Esto tiene como consecuencia mujeres más felices, plenas y saludables.
Las mujeres educadas suelen tener un menor número de hijos e hijas. Además toman decisiones mejor informadas sobre su salud, nutrición y educación, lo que conduce a familias más saludables. La educación contribuye a empoderar a las mujeres para romper con el ciclo de la violencia de pareja y a denunciar violencia sexual, laboral y escolar.
La educación es un derecho humano que no prescribe y que el Estado tiene la obligación de garantizar a todas las personas, independientemente de su edad, estatus social, origen étnico, género o estado civil. Desafortunadamente, la mayoría de los gobiernos han sido omisos al garantizar el derecho humano a la educación. Educar a las mujeres transforma la realidad nacional.
Titular de Aliadas Incidencia Estratégica e integrante de la Red Nacional de Alertistas. FB: maricruz.ocampo Twitter: @mcruzocampo