Ayer tomó posesión Donald Trump como el presidente número 48 de los Estados Unidos.

En un evento suigéneris, que se llevó a cabo a puerta cerrada en la rotonda del Capitolio, el nuevo mandatario emitió un discurso beligerante en el que de manera abierta amenazó a Panamá y de manera velada a México.Donald Trump anunció la movilización de tropas a la frontera con nuestro país para atender la "crisis de seguridad" que, según él, mantiene a la región en una crisis sin precedente.

En su discurso, aplaudido por los hombres más ricos e influyentes del planeta (Elon Musk, Jeff Bezos y Mark Zuckerberg, entre otros), Trump anunció la imposición de aranceles a México y Canadá, arremetió contra los derechos de las personas trans y definió como nueva política ambiental del país vecino "perforar, baby, perforar".

Trump renombró el Golfo de México, Golfo de América, provocando carcajadas en Hillary Clinton y dejó claro que el suyo es un gobierno de ultra-derecha, cercano a Milei y Bolsonaro.

Nunca antes México había ocupado un lugar central en un discurso de toma de protesta presidencial. Como mexicanos, el regreso de Trump a la presidencia de EEUU debería alarmarnos. Nombrar como organizaciones terroristas a los cárteles que operan en nuestro país abre la puerta a intervenciones militares, algo que un "bully" como Trump añora hacer desde su primer mandato.

Además, tendrá que contender con el probable regreso de miles de migrantes que retornarán de manera voluntaria o como víctimas de deportación, incluidos un sinfín de niños y niñas que nunca han pisado tierra mexicana. A eso debe sumarse la crisis migratoria en nuestro territorio, donde personas de decenas de países del mundo aguardan poder cruzar la frontera norte. Las negociaciones con nuestros vecinos de Centro y Sudamérica deben darse lo más pronto posible, para contener el flujo de personas que ya no podrán llegar a su destino.

México deberá estar listo para actuar frente a las violaciones a los derechos humanos que sufrirán los y las mexicanas que hoy contribuyen a la riqueza de ese país. Estoy segura que muchos y muchas connacionales viven ya el terror de verse separados de sus hijos e hijas, de perder sus propiedades y su libertad, además de las agresiones de las que ya han sido objeto como parte del discurso xenófobo de Donald Trump.

México se encuentra en una encrucijada. Por un lado tendrá que resistir con firmeza los embates de Trump al mismo tiempo que logra llegar a acuerdos que permitan mantener la estabilidad económica de la que el país ha gozado en los últimos años.

Es necesario voltear a ver al resto del planeta y buscar fortalecer las relaciones comerciales con otros actores, especialmente en Europa y Asia. Debemos dejar de poner todos los blanquillos en la canasta del T-MEC buscar nuevos acuerdos con otros países del mundo.

Nunca como ahora se cumple la frase de Nemesio García Naranjo, “¡Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos!”

Google News

TEMAS RELACIONADOS