No cabe duda de que el “fin no justifica los medios”, y más aún cuando éste, de suyo, es perverso. Y la imposición de la indefendible Rosario Piedra es un ejemplo que exhibe a la mal llamada 4T en su afán por seguir manipulando la Comisión Nacional de los Derechos Humanos -en contra de la autonomía que debiera tener-; controlar el manejo de las arbitrariedades y la impunidad de gobiernos; y premiar la ineptitud y el sometimiento de la lopezobradorista, por más degradante y antidemocrático que esto resulte. ¿Y los derechos humanos?

Señalan corrupción por allá y practican simulación por acá, que, ciertamente, también es corrupción, aunque no la reconozcan. De esta manera destruyen o absorben instituciones -particularmente autónomas o que representen algún límite o contrapeso-, no conforme al gasto de las mismas; no, sino al servilismo de sus liderazgos.

Si la llegada de Piedra, en 2019, fue por demás cuestionada, su previsible y lamentable reelección por cinco años más significa un verdadero acto de cinismo, una burla. Se premió la subordinación en un proceso irregular que exigió presionar a varios oficialistas que sintieron -se afirma- un poquito de vergüenza, pero finalmente terminaron obedeciendo.

Entre las muchas cochinadas que compartieron, destaca la entrega de una carta falsa firmada presuntamente por el obispo Raúl Vera, quien publicó: “Nunca lo redacté. Pido una disculpa por tan burda burla a mi persona, a María del Rosario Piedra Ibarra y a las autoridades”. Y esto, además de que fue la peor evaluada. El colmo.

Todavía se recuerdan las palabras del demagogo de Macuspana: “…le tenemos a Rosario toda la confianza para que se haga justicia, que no haya impunidad, que no haya influyentismo. Vamos a hacer la realidad la justicia sin simulaciones porque una de las tácticas de los últimos tiempos fue simular que se protegían los derechos humanos”. De escándalo, sí, así mintió entonces quien recientemente recibió de sus subalternos, una vez más, su tributo: “es un honor, estar con Obrador”.

Rosario ha sido denunciada por omisa e ineficiente y por responder a intereses ideológicos y partidistas sin importarle traicionar la propia naturaleza del organismo que ha presidido. Alejada de la independencia exigida, ella misma pidió la disolución de la CNDH: “ya que no responde a las necesidades del pueblo mexicano”. Entonces, ¿qué ha hecho ahí, además de cobrar?, seguramente la que no responde es ella, al obedecer ciegamente a sus patrocinadores y no trabajar por la defensa de los derechos humanos.

Creció la versión de que se trata de una nueva decisión del expresidente tabasqueño y Sheinbaum tuvo que salir para intentar desmentir esta versión -sin éxito-, y respaldar a la tapadera morenista. Incluso, afirmó que “debe haber respeto a Rosario”, ¿y a los derechos humanos de los mexicanos?

La hija de Rosario Ibarra de Piedra, quien le impuso la banda presidencial a López Obrador, ha resultado y resulta encubridora y funcional para Morena y sus pactos de impunidad.

Así la desvergüenza morenista.

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