Entre las expresiones luego de algún cargo o encomienda por parte de ciertos políticos, una que llama la atención es la que apela a la propia visión de sí mismos, a su juicio sobre lo realizado, a la manera en que se perciben luego de haber ejercido el poder. Es por ello que cuando López Obrador expresa: “me voy con la conciencia tranquila”, confirma su escandalosa desconexión con la realidad.
Son muchos los ámbitos donde esto es notorio, a pesar de sus recurrentes mentiras y las de su coro adulador. Sin embargo, ahora conviene retomar datos concretos relativos a su inocultable fracaso en seguridad que ha cobrado miles de vidas debido, en buena medida, a su ineficiencia y empecinamiento en un planteamiento erróneo y engañoso, pero suyo, sólo suyo. ¿Y sus promesas de campaña?, ¿y su deber “histórico” como presidente?, ¿y la protección del pueblo?, ¿y la procuración de justicia?, ¿y el derramamiento de sangre?, ¿y los asesinados?
De acuerdo con TResearch International, según la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana –del 1 de diciembre de 2018 al 20 de septiembre de 2024-, las fiscalías estatales y federales registraron 197 mil 905 homicidios dolosos. Un promedio de 92 por día. A estos datos, desgraciadamente, habría que sumar 5 mil 227 feminicidios (más los de septiembre).
Y la creciente violencia en Tabasco, Zacatecas, Chiapas, Veracruz, Guanajuato y Sonora. Además de Sinaloa, donde al protegido gobernador morenista, Rubén Rocha Moya, se le han recordado sus palabras: “No nos hagamos pendejos (...) Yo fui y hablé con ellos (narcos)… y yo fui a pedirles su apoyo”. Por eso intenta cubrirse con lo único que le queda: su lopezobradorismo.
Respondiendo a su interés morenista, más que a su obligación como todavía presidente, el tabasqueño aseguró: “hay más asesinatos en Guanajuato que en Sinaloa”, como si todos no fueran mexicanos, independientemente del lugar y la extracción partidista del gobierno estatal en funciones.
Abandonó a la población y para tratar de maquillar su desastre, obsequió impunidad, falsedades y pretextos; no justicia y menos paz.
De acuerdo con cifras del INEGI, 7 de cada 10 se sienten inseguros, además de contar con una alarmante cifra negra de 90%.
María Elena Morera, directora de Causa en Común, lo resume así: “terminamos mucho peor de como empezó el sexenio”, y menciona que hay más de 30 mil niños reclutados por el crimen organizado, y 378 mil personas desplazadas.
En Chiapas, AMLO se quejó de que se hiciera “escándalo” por el hecho de que 200 o 300 familias tuvieran que desplazarse a Guatemala ante la terrible violencia.
Habría que añadir miles de extorsiones, robos, secuestros, lesiones y otros delitos en medio de la manipulación oficial de datos.
Por esto y mucho más, cuando López Obrador ejerce su aberrante triunfalismo y asegura tener la conciencia tranquila, confirma sus extravíos y distorsiones de la realidad. La destrucción está ahí, en su sexenio -el más sangriento de la historia moderna-, lo mismo que su egolatría, la inseguridad y los muertos.