Hay gobernadores de extracción morenista que se han convertido en lastre para un gobierno federal que intenta disimular su ineficiencia, particularmente con relación a la inseguridad. Esto, que se suma a la entrega lopezobradorista y el fracaso de “Abrazos, no balazos”, los lleva de escándalos a situaciones críticas. Sin embargo, intenta disfrazarlo porque aceptar el naufragio de los mismos equivale a tener que reconocer el propio, por lo que prefiere la negación sistemática de evidencias.

El gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha Moya, es un ejemplo aleccionador. Claramente rebasado, acumula rechazo como consecuencia de su incapacidad, lo que lo hace cada vez menos sostenible.

Mientras el oficialismo le reitera: “No estás solo”; en manifestaciones como la del pasado 23 de enero le gritan: “asesino”, “narco”, “Fuera narco gobernador”, “Fuera Rocha”; en fin, dos visiones sobre una misma realidad.

La indignación de miles de ciudadanos se convirtió en protesta en Culiacán por el asesinato de un papá y dos hijos menores en un intento de robo de auto, y llegó hasta el Palacio de Gobierno. Se pidió justicia y paz, pero también la salida de este gobernador, quien hace apenas unos días había dicho: “vivimos perfectamente bien”.

En esa capital, de acuerdo con información de la Encuesta Nacional de Seguridad Pública del Inegi, 90.6% de la población adulta se siente insegura. Y con razón.

Conviene puntualizar que la ola de violencia no sólo es resultado del enfrentamiento entre facciones del crimen organizado, aunque ciertamente ha aumentado el número de víctimas.

¿Por qué sigue Rocha Moya en el puesto?, es una pregunta que no encuentra explicación para quienes conocen la gravedad de la situación, sobre todo porque su única fortaleza es el lopezobradorismo incondicional que le ha ganado el respaldo público del demagogo de Macuspana y también de la actual presidenta. De hecho, a finales de agosto pasado, y en medio de señalamientos sobre presuntos vínculos con el crimen organizado, Sheinbaum le reiteró su apoyo: “Vamos a seguir apoyando a Sinaloa, porque a Rubén Rocha ya le tocaron tres años con el presidente (AMLO), pues ahora le van a tocar tres años con la presidenta y vamos a seguir colaborando en todo lo que requiera Sinaloa”.

Este gobernador, por demás abucheado, alguna vez se describió de esta forma: “Yo soy un chairo del presidente, un seguidor del presidente. Alguien me pregunta: ¿Oiga, y está de acuerdo con lo que dijo el Presidente? Pues mira, no sé qué dijo, pero si lo dijo el Presidente, estoy de acuerdo con él”.

Cómo estarán las cosas que hasta Tatiana Clouthier -exsecretaria de Economía con López Obrador- escribió: “Bien x los culichis, desde #NL nos unimos y sobre todo una vez más pedimos a los poderes responsables hacer lo que les toca y escuchar el clamor: el pueblo pone, el pueblo quita”.

Así el hartazgo de los sinaloenses en contra del incompetente Rocha Díaz, quien podría sumar otras presiones, como la del nuevo gobierno norteamericano respecto a su permanencia en el cargo.

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