En las últimas décadas, el tema del cambio climático se ha convertido en uno de los más comunes, y desde luego altamente preocupantes, pues debido a ello se han alterado infinidad de aspectos de nuestro entorno, desde locales hasta extremos, como inundaciones en sitios donde no se presentaban lluvias, sequías donde regularmente no faltaba agua y huracanes inusuales. Sin embargo, una de las consecuencias menos mencionadas es el aumento de las turbulencias durante un vuelo, este fenómeno, aunque no siempre es tan visible como otros efectos del calentamiento global, también es inquietante, pues podría transformar significativamente nuestra experiencia de vuelo, y dejemos de lado el que pudiésemos asustarnos sin pasar a mayores, en términos más amplios, pone en alerta la seguridad de la industria de la aviación.
Pero, ¿a qué se debe el aumento de las turbulencias? Las turbulencias son variaciones en la velocidad y dirección del aire que afectan a la aeronave. Investigaciones recientes muestran que el calentamiento de la atmósfera está alterando los patrones de viento, particularmente en las capas altas de la troposfera. Las corrientes de chorro, que son flujos rápidos de aire a gran altitud, están ganando velocidad y volviéndose más inestables, por lo que aumenta la posibilidad de turbulencias severas, pues las aeronaves se encuentran con estas corrientes repentinas de gran velocidad. Es por ello que las áreas más afectadas son aquellas zonas donde las corrientes son más intensas, por ejemplo, sobre el océano Atlántico, entre América del Norte y Europa, las rutas aéreas transatlánticas, además de las regiones cercanas a zonas de tormentas o fenómenos climáticos extremos. Las consecuencias para los pasajeros inminentemente es que puede aumentar el riesgo de lesiones en caso de ocurrir, especialmente cuando no se toman las precauciones adecuadas, como el uso del cinturón de seguridad. En cuanto a las consecuencias económicas temo decirles que los costos operativos podrían subir, ya que las aerolíneas pueden verse obligadas a modificar sus rutas para evitar accidentes, lo que a su vez genera retrasos y aumento de combustible. Lo peor de todo es que no se detendrá si no se actúa, para el año 2050 se incrementarán en un 110%, sobre todo para el Atlántico Norte. Debemos decir que, aunque los aviones tengan toda la tecnología para soportar condiciones severas, no deja de aterrarnos el que una situación así nos suceda. Lo que dicen los expertos en el tema es que las turbulencias no pueden tirar el avión; sin embargo, sí pueden zarandear a los pasajeros de tal manera que podrían causar lesiones graves, como hemorragias y fracturas, por lo que insisten en que te mantengas sentado, con el cinturón de seguridad abrochado. Afirman que si permaneces así, tienes mucho menos probabilidad de sufrir alguna lesión, en cambio, si no lo haces, podrías convertirte en un proyectil, como una gran catapulta que te expulsaría de tu asiento, pues en caso de una turbulencia grave, el movimiento vertical del avión supera la fuerza de gravedad.
Queridos lectores, la cuestión no es que ya existan aviones tan modernos que están diseñados totalmente para resistir este tipo de situaciones, sino que dicho fenómeno es algo que nosotros mismos hemos provocado, poniendo al planeta grandes desafíos, y como consecuencia de ello también poniendo a prueba la seguridad de la aviación y la sostenibilidad del transporte aéreo en su conjunto. Ustedes, ¿han sufrido turbulencias fuertes a bordo?