En días pasados, tuve la oportunidad de visitar algunos de los museos más importantes de la historia del arte en Madrid. El Museo del Prado fue uno de ellos, y quisiera compartir con ustedes el asombro que sentí al llegar. Primero, porque no imaginé que estuviera así de grande, tuvimos que atravesar una enorme fila de 40 minutos para poder entrar y aunque dicen que la fila no fue tan larga como en otros meses del año, a mi me parecieron los minutos las ansiosos. Luego, porque no se permite tomar fotos al interior y yo tuve que hacer algunas travesuras para poder tomar algunas imágenes del lugar.

Una de las cosas que recomiendo antes de realizar este tipo de recorridos es documentarse para saber cuáles serán las pinturas a las que más tiempo dedicarás a admirar cada detalle. Una vez que tienes claro eso y sabes que tardarás muchas horas allí adentro, y que por más que te esfuerces no lograrás conocer por completo las más de 35 mil obras localizadas en las 121 salas que alberga el recinto, estarás listo para disfrutar tu recorrido cultural.

Otra de las cosas que me impresionó ver es que hay acceso para copistas a quienes se les permite pintar dentro del inmueble, incluso pueden vender sus réplicas. Y, por otra parte, como artista, qué mejor forma de practicar tu técnica que estando dentro del recinto para poder replicar a estos magníficos artistas.

Elegir la obra de la que les voy a platicar fue algo complicado, pero "Las Meninas" de Diego de Silva y Velázquez, fue durante muchos años, la razón por la que quería conocer el Prado y ahora pude conocerla, sin duda, una de las obras maestras que más esperaba ver de frente. Quería palpar lo más cerca posible esa imagen que siempre ha llamado mi atención, y conocer a todos los personajes que aparecen en el cuadro, comenzando con la Infanta Margarita, y recorrer paso a paso las pinceladas que Velázquez hace en este cuadro, conocer la dimensión y ver de primera mano el uso de la técnica y la perspectiva que maneja Velázquez, es espectacular.

Mide 3,18 metros de alto por 2,76 metros de ancho, es una obra que se puede apreciar desde que entras a la sala y si bien de cerca tiene algunas imperfecciones en el lienzo, no es motivo alguno para que se deje de admirar, hoy en día ese cuadro realizado desde 1656 no ha dejado de ser uno de los cuadros más importantes en la historia del arte.

¿Pero sabías que a lo largo de la historia de este cuadro, el nombre ha ido cambiando?. Al principio, fue titulado como "Retrato de la señora emperatriz". Al siglo siguiente, se le dio el nombre de "La familia del rey", y a partir de 1843 se quedó como "Las Meninas", denominado así por el museo del Prado. Este nombre viene del portugués, que significa "pequeñas infantas".

En este cuadro se puede ver a simple vista, una reunión familiar colectiva, donde se identifican a cada uno de los personajes del cuadro, y al mismo tiempo vemos un autorretrato de Velázquez, quien maneja una perspectiva aérea que le da una sensación de profundidad. Los personajes tienen muchísimo detalle al estilo barroco.

En la escena, encontramos la Infanta Margarita Teresa de Austria, hija del rey, quien está justo al centro de toda la composición. La luz la ilumina de manera especial, y toda la composición te lleva a verla en cuanto miras al cuadro, con el vestido que llama más la atención. A un lado, se ve a Isabel de Velasco, quien hace una reverencia, y la que le sirve de beber es María Agustina Sarmiento. También aparecen dos enanos, Nicolasito Pertusato y Mari Bárbola. Atrás, está Marcela de Ulloa, encargada de cuidar a las meninas, viuda de Diego de Peralta Portocarrero. En el fondo, está José Nieto, aposentador de la reina, en el reflejo del espejo se ve a la pareja real, quienes posiblemente están al frente de las meninas.

Todos los retratados en el cuadro eran miembros de la corte, incluso el mismo Velázquez, quien un año después de muerto fue nombrado como tal. Varios artistas, como el mismo Velázquez, Caravaggio, Rembrandt, El Greco, Miguel Ángel, entre otros, aparecen escondidos en algunos de sus cuadros, por el simplemente gusto de aparecer en las obras realizadas por ellos mismos, un deleite presenciar esta y otras más de 35 mil obras en el Prado.

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