Había escuchado mucho sobre el trabajo de Damien Hirst; sin embargo, no tuve la fortuna de coincidir con su exposición anterior de manera presencial presentada por ahí del 2006, en la Galería Hilario Galguera, cuando exhibió La muerte de Dios en la CDMX, por lo que no pude en esta ocasión dejar pasar la oportunidad de ver sus 57 obras emblemáticas que nos presenta en el Museo de la Fundación Jumex de Arte Contemporáneo, mismas que van de 1986 hasta el 2019 y que además cuentan con una curaduría excelente hecha por el mismo Hirst y por Anne Gallagher, sólo diría que las expuestas en la sala que da el tercer piso me daba un poco el reflejo por los ventanales dando un poco el charolazo, de ahí en fuera, quedé maravillada al ver las tres salas llenas de pinturas, esculturas e instalaciones y les voy a decir por qué.

Damien Hirst es uno de los artistas británicos contemporáneos más reconocidos a nivel mundial, es también empresario y coleccionista de arte, le gusta mezclar la ciencia, con la tecnología y la naturaleza, relacionando en todo momento a la vida y la muerte en esta trayectoria artística titulada "Vivir para siempre (por un momento)". Misma que tiene la magia de saber combinar lo bello y ostentoso con lo asqueroso y repulsivo a través de sus instalaciones como el trabajo que tiene de las moscas. Así como compartirnos un poco de su Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC), en muchas de sus obras pictóricas y de instalación, que pueden causar fascinación o ansiedad al espectador, por el acomodo tan minucioso en cada una de las piezas, dejando ver con esto el por qué es tan admirado este artista.

Pastillas, circonias, cigarros e insectos son colocados con puntual minuciosidad para que el espectador admire lo transitoria que es la brevedad de la vida.

Hirst logra hacerte reflexionar a través de su trabajo, te deja ver de manera romántica una pelota, que si miras con atención esta tiene a su alrededor muchos cuchillos, sigues avanzando y después miras un cuadro negro, que al acercarte un poco más te das cuenta que está hecho con moscas muertas pegadas con resina, en ese momento no sabes si horrorizarte o aplaudir por la manera tan majestuosa de hacer arte con un insecto tan desagradable para muchos y que en conjunto se ve asquerosamente increíble.

Después y de manera recurrente están las mariposas, a veces completas, otras veces solamente las usa para denotar la fragilidad de sus alas rotas, pero le sirven también para decoración en temas religiosos teniendo como referencia a estos insectos como símbolo iconográfico de ser seres resistentes al cambio y dan cuenta de lo efímera que es la vida, nos muestra en consecuencia la fragilidad de nuestra existencia mediante la representación de las alas de mariposa, pero también lo vemos en la representación que hace con las moscas, los peces —siendo los primeros animales con los que experimentó poniéndolos en formol— y el mismo ser humano a través de su radiografía al dejarnos ver lo delicado y endebles que somos en nuestra cruda realidad.

Y como pieza principal la más cara del mercado jamás hecha en el arte mundial, su molde de cráneo humano el cual está lleno de incrustaciones de diamantes, haciendo alusión a los decorados en la cultura azteca, acompañada esta sala con flores de cerezo y al exterior con interesantes esculturas.

Yo tardé tres meses en ver esta magnífica exposición, si no la has visto, ve, ya que estará hasta el 25 de agosto en la CDMX, y lo mejor de todo es que la entrada es gratuita.

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