Si bien algunos historiadores remontan la fecha del Día de San Valentín, en la antigua Roma, el 14 de febrero es una fecha recurrente en las pinturas remontadas en toda la historia, todos por lo general los artistas han buscan poder capturar las emociones más puras donde se resalta al amor, con el fin de eternizar una historia romántica en cada uno de los lienzos, revelando la complejidad de los sentimientos humanos.

Uno de los artistas que más me cautiva por la manera tan sugerente y pícara con la que representa a los amantes es Jean-Honoré Fragonard. Obras como La Confesión de Amor y Cartas de Amor destacan por su estilo rococó, que no solo resalta la delicadeza y el glamour de los amantes, sino que también involucra a los espectadores como voyeristas, sumergiéndolos en escenas cargadas de sensualidad y emoción. Los jardines majestuosos y los detalles exuberantes en sus pinturas invitan a querer enamorarse, haciéndonos parte de esa intimidad robada, todo bajo una atmósfera de amor y pasión cien por ciento palpable.

Sin embargo, aunque muchos artistas han interpretado el amor y sus diversos matices, no todos se han sumado a esta representación simbólica de San Valentín. Para algunos, este día ha sido una ocasión para reflexionar sobre el verdadero significado del amor, mientras que, para otros, ha sido una oportunidad de alejarse del tema, prefiriendo no involucrarse con lo que se ha vuelto un tema comercial y, en ocasiones, controversial, un ejemplo de ello es cómo lo resolvió la artista Remedios Varo en su obra de La despedida, donde relata la historia de dos amantes que dejaron de serlo pero que el reflejo de sus sombras, se ve como ellas se encuentran unidas hasta la eternidad.

Pintar sobre el amor es, en definitiva, un tema universal que nos toca a todos en algún momento. Ya sea que nos representemos como un Cupido que flecha a alguien para que se enamore o como testigos de una historia de amor que nos conmueve, todos formamos parte de esa tradición. Sin embargo, no siempre el amor se presenta de manera positiva, y es que, en algunas ocasiones, Cupido ha sido retratado de forma más oscura. En lugar de ser un símbolo de amor idealizado, ha aparecido como una figura amenazante, disparando flechas que no conducen a un romance feliz, sino a un vínculo fallido y doloroso. Esta visión de Cupido, como un ente capaz de arruinar vidas al obligar a las personas a perseguir amores imposibles, nos recuerda que el amor, en su complejidad, no siempre es una historia de final feliz, sino un tema que debe reflejar las sombras que de ellas se emanan en una relación.

El Día de San Valentín, más allá de ser una fecha comercial o tradicional, se convierte en una oportunidad para reflexionar sobre este sentimiento llamado “amor”, no solo en su faceta más idílica, sino también con sus sombras más oscuras. A través del arte, los artistas nos invitan en cada momento a explorar las diversas maneras en que se puede vivir y sentir este sentimiento tan complejo: desde la delicadeza y sentimientos más puros y profundos como la pasión que hay en la obra de Gustav Klimt, hasta la manera de percibirlo como una emoción representada como algo doloroso y tóxico, tal cual Frida Kahlo ofrece en sus pinturas, dejando ver su vida como un sentimiento lastimado el cual no era ni sencillo ni perfecto. Y es ahí donde la visión del amor en el arte, no conoce límites más allá de los que el artista desee compartir con sus espectadores, todo dependerá de la conexión que tenga con su musa a quien decidirá plasmarla para la eternidad, ya sea con luces o con muchas sombras y que en ese momento decidirá el artista llamarla “amor”.

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