La amenaza de los aranceles de la Casa Blanca sigue latente. A pesar de las negociaciones que ha estado realizando la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, en el último par de meses con su similar estadounidense Donald Trump, la imposición de impuestos a los artículos mexicanos parece que no desaparecerá de la narrativa ni las medidas que el mandatario de los Estados Unidos de América (EUA) mantiene para nuestro país. ¿Cómo se podría reaccionar desde Palacio Nacional ante esta delicada situación?
El segundo periodo de Trump en la presidencia del país de las barras y las estrellas es coyuntural para su nación y el mundo entero. Sabíamos desde su campaña presidencial que no vacilaba con muchas de sus declaraciones. Desde cambios significativos y profundos al interior de los EUA, como modificaciones en las relaciones y dinámicas con otros Estados alrededor del globo, en apenas dos meses de la nueva administración federal se han presentado diversos movimientos que empiezan a construir una nueva era en las relaciones internacionales.
El centro de la política – cualquier política– de Trump es EUA: primero va su país y luego los demás. Por eso notamos que sus acciones se concentran en mejorar las condiciones en las que su nación se involucra con otras en una variedad de cuestiones, sobre todo la económica. De ahí nace la idea de imponer aranceles con quienes comercia más, como China, o incluso a sus aliados más cercanos, como la Unión Europea, Canadá y, desde luego, México.
Así llegamos a los aranceles que ha anunciado en múltiples ocasiones imponer a México, pero que luego los ha aplazado y suspendido a raíz de las negociaciones que conduce Sheinbaum. En esta última ocasión, el plazo para aplicarlos era hoy, pero se ha sostenido una comunicación constante entre ambos mandatarios desde hace semanas para intentar suprimirlos o al menos que no impacten en ciertos productos centrales para la economía mexicana, como es el caso de la industria automotriz.
En tal contexto, la toma de decisiones de Sheinbaum es crucial. Resulta complicado que un aliado longevo como lo es EUA obstaculice el comercio mexicano, es incluso inverosímil que esa sea la política actual de Washington. De esta manera, si el principal socio comercial de México deja de promover las condiciones necesarias para una sana y fructífera dinámica de intercambio de productos y, en cambio, la agrava como lo está haciendo Trump, valdría mucho la pena considerar otras opciones de colaboración.
Una de las alternativas es, sin duda alguna, China. El gigante asiático se ha vuelto un actor primordial en la economía global, logrando convertirse en un socio comercial inamovible para muchas naciones. México decidió en su momento integrar su comercio con EUA y Canadá, un compromiso que le ha otorgado dividendos, pero hoy en día el liderazgo en la Casa Blanca adelgaza con cada día que pasa la alianza que tiene con los mexicanos.
Pero no es tan simple para Sheinbaum.