La cuenta regresiva para el inicio del nuevo gobierno federal morenista, encabezado por Claudia Sheinbaum, se consume minuto a minuto. A tan sólo 16 días del inicio de la segunda administración presidencial de Morena, se han presentado cambios interesantes que moldearán el sexenio entrante. ¿Cómo se percibe este escenario?

Andrés Manuel López Obrador celebrará el último aniversario de la Independencia de México que compete a su gobierno, con una reforma que buscó con tanto ahínco desde hace años. Para los morenistas es una celebración de gran relevancia por las implicaciones que tendría para el gobierno de Sheinbaum. La aprobación de la reforma al Poder Judicial es simple y sencillamente la cereza en el pastel para el fin de la administración del tabasqueño y un impulso bien recibido para la entrante.

La reforma, que permite elegir mediante el voto popular a jueces y magistrados, alimenta la visión populista de López Obrador y nutre la narrativa que el mandatario preserva en torno al pueblo. Es una idea muy romántica, puesto que deposita selección del Poder Judicial en la ciudadanía; sin embargo, los cargos que ahora se elegirán son muy sensibles y cargan con una responsabilidad incalculable para procurar la justicia en una nación de millones de personas. Encima, si a eso le sumamos la posibilidad real de que las personas que contiendan por un cargo mantengan una simpatía partidista, resultaría en un vicio para el mismo ejercicio y procuración de la justicia en el país.

Claro, eso a López Obrador y a sus simpatizantes no les causa inquietud alguna, sino todo lo contrario, confían en que la reforma ya aprobada ha sido un triunfo para su gobierno y para México en su totalidad, aunque no lo queramos ver. Quienes votaron a favor de la iniciativa del mandatario, sea por convicción o por conveniencia, duermen con tranquilidad mientras diversos agentes dentro del país y alrededor del globo han manifestado su preocupación por el avance de esta reforma.

Además de algunos gobiernos, organismos intergubernamentales, como las Naciones Unidas, y organizaciones no gubernamentales internacionales, como Humans Rights Watch, han sido vocales en señalar su consternación por la reforma judicial. No son cualquier organización, pero a pesar de sus declaraciones, poco importaron a la ola de votos morenista.

De esta manera, hay una preocupación internacional por la reforma recientemente aprobada que desemboca, entre tantas vertientes, al ámbito económico. Muchas compañías y la clase empresarial se detienen para evaluar sus inversiones ante la incertidumbre que provocará los cambios en el Poder Judicial a raíz de la reforma. Eso, consecuentemente, genera laceraciones en la economía del país, con tan sólo decir que se depreció el peso basta para ilustrar algunos de los impactos.

Pero, de nueva cuenta, no es algo que le quite el sueño a López Obrador y a sus seguidores. Los cambios encaminados hoy se reflejarán en el futuro y sólo en ese momento podremos atestiguar la devastación que se infligió al Poder Judicial.

Aun así, quizá muchos en Morena se nieguen a aceptar su responsabilidad en todo esto y prefieran seguir festejando de manera perpetua hasta que se agoten los cargos a dónde aspirar.

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