En los días recientes presenciamos cómo la presidenta Claudia Sheinbaum contestó un comentario al presidente electo de Estados Unidos (EUA), Donald Trump, quien señaló que el Golfo de México debería renombrarse a “Golfo de América”, haciendo alusión al país de las barras y las estrellas. ¿Cómo puede observarse esta acción de la mandataria? ¿Qué implicaciones podría traer para la relación bilateral?

Tras varios años en la política de primer nivel, no nos sorprende que Trump emita declaraciones controversiales y polémicas. Durante su primera campaña presidencial y aún siendo presidente de EUA, el republicano nos deleitó de sus comentarios discriminatorios, arrogantes, violentos y risibles. Claro que al principio parecía irreal, puesto que para el globo entero era difícil comprender cómo del primer mandatario del país más poderoso del mundo pudiese emanar la serie de comentarios bajísimos y carentes de seriedad y diplomacia que tuvimos que escuchar y leer por años.

Pero en la actualidad no sorprenden en absoluto los comentarios que lanza el hoy presidente electo de los EUA. Al contrario, su manera de hacer política es tan peculiar que nos ha acostumbrado a esperar cada semana la nota que describa las declaraciones controversiales que diga de un nuevo tema. En muchas ocasiones, sus apuntes van dirigidos hacia asuntos que directamente implican las administraciones de algunos líderes, como ha sido el caso reciente de Canadá con Justin Trudeau, o de México con la presidenta Sheinbaum.

En su mayoría, los comentarios de Trump son muy desubicados, exagerados y obedecen a una realidad alterna o deseada por él, que no corresponde a la verdad. A pesar de que seguramente muchos líderes quieren atender a las declaraciones del republicano, muchos optan por omitir alguna respuesta para evitar enfrascarse en discusiones irrelevantes y mantener la diplomacia como una práctica que les caracterice.

Por ejemplo, fue humillante que Trump mencionara que Canadá es el estado número 51 de EUA y que Trudeau es su gobernador. Pero es evidente que el aún primer ministro canadiense prefiere guardar silencio ante los comentarios infantiles de su similar estadounidense. En el caso de México, el republicano no ha parado de emitir declaraciones discriminatorias y agresivas hacia nuestro gobierno y sociedad, pero pareciera que, a diferencia de las pasadas administraciones federales mexicanas, la actual seguiría un enfoque diferente a las palabras que provengan de la Casa Blanca.

La estrategia de Trump con sus comentarios humillantes y despectivos no es otra cosa que buscar llevar la conversación a ese tema en vez de a otros de mayor relevancia, por una parte, e intentar desestabilizar los gobiernos de donde hacen referencia sus declaraciones. Elon Musk, allegado del presidente electo estadounidense, también ha usado esta forma de hacer política para intimidar a administraciones, como ha sido recién el caso de Reino Unido.

Entonces, ¿por qué no responder a los comentarios de Trump si son vacíos e infantiles? Nadie respondía por miedo, quizá, de lo que pudiese hacer de regreso el republicano, pero si el comentario es absurdo, se merece una respuesta absurda. Si esa es la política que busca el presidente electo de EUA, es lo que va a encontrar de la que haga Sheinbaum.

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