El lunes pasado, Donald Trump tomó posesión como el cuadragésimo séptimo presidente de los Estados Unidos (EU). Fue un momento esperado por muchas personas en el país de las barras y las estrellas, como se sugirió en las elecciones de noviembre pasado en las que el sufragio popular lo favoreció de una manera aplastante. Ahora, un nuevo capítulo en la historia de la política estadounidense se abre. ¿Qué implicaciones tendrá para México?
Tras una ceremonia que se llevó a cabo al interior del Capitolio a raíz de las bajas temperaturas, Trump juró como presidente de EU. Pero fue durante su discurso inaugural que apuntó algunas de las políticas centrales que conducirá su nueva administración. Algunas de ellas tendrán impacto en el globo en general, pero otras son dirigidas hacia la relación con nuestro país.
Dentro de las nuevas políticas de Trump, cuyo efecto se podrá observar en todo el mundo, se pueden mencionar su orden para que EU abandone el Acuerdo de París y la Organización Mundial de la Salud. Esta sería la segunda vez que se retira del tratado internacional, dejando acéfalo el liderazgo por perseguir el cuidado medioambiental en el planeta. Y en cuanto al órgano de las Naciones Unidas, no olvidemos que recibió fuertes declaraciones del entonces presidente cuando apuntó que este cuerpo era controlado por Beijing.
Otro lineamiento que seguirá el gobierno republicano sería la búsqueda del control del Canal de Panamá que, según Trump, ha sido erróneamente empleado por las autoridades panameñas, quienes han favorecido a China para su uso. De hacerlo suyo, Washington generaría nuevas dinámicas comerciales en la región, puesto que sería predecible imponer una agenda que limitara o eliminara el acceso de empresas y tránsito de productos chinos a través de ese espacio.
Para México la situación es aun más preocupante. Dentro de las dos políticas más agresivas se encuentra la designación de los grupos narcotraficantes mexicanos como grupos terroristas, así como haber declarado la frontera sur estadounidense como emergencia nacional.
Para el primer caso, considerando la política internacional contra el terrorismo, impuesta por el entonces presidente George W. Bush en 2001, dicha designación le daría más terreno y justificación a la Casa Blanca para intervenir militarmente en México con el fin de eliminar a los grupos narcotraficantes. Es claro que sería una jugada muy sensible, puesto que invadir al primer socio comercial de EU no es precisamente el movimiento más inteligente para Washington, por lo que, a pesar de que haya sido mencionada como política de su administración, hay muchas dudas en torno a si ejecutará alguna otra medida.
Del segundo caso, la realidad es que puede hacer mucho más en la práctica. De hecho, ya ha comenzado con deportaciones y redadas para identificar a migrantes ilegales. Además, busca avanzar en la construcción de ese muro del que tanto habló en su pasado gobierno, así como aminorar la respuesta de solicitudes de asilo y migración legal a EU. Para la administración de Claudia Sheinbaum, quizá sea ese el punto focal a donde deberá dirigir sus recursos y atención en la nueva etapa bilateral que sostendremos ambas naciones.