Recientemente, el presidente Andrés Manuel López Obrador señaló que terminará su gobierno dejando un sistema de salud como el de Dinamarca. La declaración ha recibido múltiples reacciones tanto de apoyo, como de rechazo en todo el país. ¿Qué opinión se merece tal apunte del mandatario?

López Obrador llegó a la Presidencia hace casi seis años con una cantidad significativa de promesas. En parte, esa es una de las razones por las que venció en los comicios de 2018. Al paso de su sexenio, él ha mencionado haber cumplido con sus compromisos, incluso en un tiempo se circuló una lista de aquellos que había terminado satisfactoriamente.

Sin embargo, hay uno en particular que ha estado en el ojo del huracán por mucho tiempo: la mejora significativa en el sistema de salud del país. Esa promesa fue una de las que más agradó a la población mexicana en 2018, puesto que la salud ha sido siempre un tema central para la gente sin importar el grupo social en el que se encuentren, aunque las personas vulnerables suelen depender más de ella.

En este contexto, AMLO ha insistido durante su sexenio en que ha conseguido avances en el sistema de salud de México y en que la corrupción se ha combatido exitosamente en las instituciones respectivas. ¿En serio? Basémonos en los hechos para moldear nuestra perspectiva al respecto.

Al inicio de la administración de López Obrador se efectuó un enorme recorte en el presupuesto de instituciones y dependencias gubernamentales. Dijo que se necesitaba realizar un mejor control del recurso para evitar corrupción y desvío de fondos. De esta manera, secretarías tan cruciales como la de Salud vio la reducción en sus capacidades económicas.

No obstante, lejos de beneficiar, esta adecuación provocó serios problemas de operación en las entidades estatales, teniendo resultados catastróficos en momentos tanto serios, como de gravedad. Un ejemplo de lo anterior fue la pandemia de Covid-19, que dejó tantas defunciones en el país por una combinación de negligencia gubernamental y el producto de la falta de recursos —al menos— económicos y humanos de la Secretaría de Salud federal y de su sistema de salud en general.

A lo anterior se suman casos conocidos en estos seis años de gente que necesita atención médica y, por una u otra razón, no se logra ofrecer, o bien, es deficiente, o la infraestructura no permite conducirla de manera apropiada, o en su defecto, se entrega en condiciones indignas. Recordemos tan sólo las veces en las que mujeres han tenido que dar a luz en elevadores o en otros espacios que no cuentan con las medidas sanitarias correspondientes.

Otro ejemplo es la falta de medicamentos. López Obrador mencionó que se revisarían los contratos de las compras de medicamentos para evitar corrupción. Esto provocó una disminución en la adquisición de fármacos y, por consiguiente, un desabasto de ellos. Ya pasaron varios años y no se ha resuelto la situación, lo que sigue causando problemas severos para toda la población, en especial para personas vulnerables, como infantes con cáncer, adultos con diabetes y personas con VIH. Entonces, considerando todo esto, ¿cómo podríamos tener un sistema de salud como el de Dinamarca a escasas semanas de que termine la actual administración federal?

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