Los aranceles del 25% que amenazó el presidente de los Estados Unidos (EU) Donald Trump, hacia México y Canadá, tomaron un giro que muchos pensaron que era posible. Una pausa de un mes otorgó la Casa Blanca a las administraciones de la mexicana Claudia Sheinbaum y del canadiense Justin Trudeau para su establecimiento. ¿Cuáles son las implicaciones de este nuevo entorno?

Hace meses que Trump apuntó que impondría aranceles de 10% a China por su actividad en el flujo de fentanilo a EU, y de un 25% a sus socios comerciales cercanos, México y Canadá, por, según sus palabras, su negligencia en la migración ilegal al suelo estadounidense. Las administraciones de Sheinbaum y de Trudeau estaban informadas, por lo que todo parecía que el sábado 1 de febrero esta medida entraría en vigor, dando paso a una nueva era comercial en Norteamérica.

No es una medida que Trump no haya hecho antes. Aplicó el mismo porcentaje de aranceles al gigante chino en su gobierno anterior. En su momento, Beijing respondió de la misma manera, situación que era de esperarse ante la magnitud y poder de su economía. Hoy en día, China ni se inmutó con las amenazas del presidente de EU y dejó que la política exterior de Washington continuara su curso sin necesidad de solicitar una reunión de diálogo y negociación para detener el inicio de los nuevos impuestos.

Situación contraria fue la de México y Canadá. El 1 de febrero parecía que darían inicio los aranceles, incluso así lo informó ese día por la mañana la vocera de la Casa Blanca. Pero tras dos conversaciones separadas de Sheinbaum y Trudeau con Trump, la nueva política comercial de EU se pausó por un mes. En el caso mexicano, la negociación con el equipo estadounidense fue anunciada como una victoria; sin embargo, hay varios compromisos a los que llegaron del lado mexicano para llegar a ese acuerdo.

El centro del acuerdo es llevar a 10 mil elementos de la Guarida Nacional a la frontera en común para mejorar la seguridad y detener el flujo de drogas, ente ellas el fentanilo, a EU, así como el tráfico de armas provenientes del país de las barras y las estrellas hacia el nuestro, mismo que nutre a los grupos del crimen organizado. En paralelo, funcionarios de ambas naciones estarían colaborando en este plazo para mejorar la comunicación y asegurarse de obtener los resultados esperados.

El periodo de prueba para Sheinbaum es corto, pero aun así ella ha señalado que su administración puede llegar a los resultados apuntados por Washington. Si esa es la premisa, ¿por qué no se hizo antes? Si un mes es suficiente para obtener resultados positivos en materia de reducción de las actividades del narcotráfico y, por ende, mejora de la seguridad en el país, ¿por qué esperarse a que un gobierno tan agresivo como el de Trump lo demande y no hacerlo por motu proprio para el beneficio de su nación?

Más allá de lo anterior, un mes parece poco para dar los resultados importantes que satisfagan a la administración Trump. Habrá que esperar a que las autoridades federales mexicanas lleguen a las metas identificadas y en eso Sheinbaum tiene plena responsabilidad. De fallar, expertos han comentado que los aranceles del 25% ciertamente afectarían a los estadounidenses, pero para México serían catastróficos.

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