La administración del presidente de los Estados Unidos (EU), Donald Trump, emitió un comunicado el pasado jueves en el que señala que, a partir de ahora, grupos narcotraficantes serán considerados como terroristas por las instituciones gubernamentales del país de las barras y las estrellas. ¿Qué efectos traería este movimiento para la relación bilateral Washington-Ciudad de México?

Desde hace tiempo, Trump había apuntado que los grupos narcotraficantes mexicanos, a raíz de los severos estragos que causa la droga que trafican a la salud de los estadounidenses, deberían ser considerados como grupos terroristas. Incluso, durante la administración inmediata anterior logró influir en algunos legisladores republicanos para llevar esta idea a la plataforma nacional y así politizar el tema.

Durante la campaña presidencial en 2024, Trump volvió a mencionar la gravedad de la droga en EU proveniente de México, y aseguró que consideraría a los grupos narcotraficantes como terroristas de ser presidente. Y así lo ha cumplido. Firmó una orden ejecutiva que ha integrado ocho grupos del narcotráfico como grupos terroristas, de los cuales, seis son mexicanos, que son: Cárteles Unidos, Familia Michoacana, Cártel del Noreste, Cártel del Golfo, Cártel Jalisco Nueva Generación y Cártel de Sinaloa.

Si bien son claras las amenazas que emanan de los cárteles de la droga tanto para EU, como para México, lo cierto es que la responsabilidad de la operación de estos grupos delictivos no debe recaer exclusivamente en las autoridades mexicanas. No cabe duda de que el gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum asume el compromiso de neutralizar el crimen organizado ligado a las drogas, y debe dirigir los recursos necesarios para atender tal situación con la rapidez y seriedad necesarios, pero tampoco hay que olvidar que en gran medida los grupos del narcotráfico operan en complicidad con autoridades y ciudadanos de nuestro vecino del norte.

Por un lado, existe corrupción en autoridades aduaneras y fronterizas de EU, quienes permiten el paso de droga, y por otro, hay grupos delictivos en el país de la libertad y la democracia que trafican armas hacia México, entregándoselas a los grupos narcotraficantes de los cuerpos del crimen organizado ya mencionados. Encima de ello, la demanda de los narcóticos también es un punto que provoca toda esta dinámica del narcotráfico, ya que es la misma sociedad estadounidense la que consume y solicita las drogas de cárteles mexicanos y de otras partes del globo.

La responsabilidad de atender el narcotráfico debe ser compartida, más allá de la narrativa que Trump pueda dirigirles a sus ciudadanos. Pero el republicano no lo piensa de esa manera, toda la culpa la concentra a un México por su incapacidad de hacerle frente eficientemente al crimen organizado, y ahora que considera como terroristas a los grupos narcotraficantes, la preocupación mexicana aumenta por los antecedentes que acarrea la distinción efectuada por Washington.

Aunque esta situación permite a las instituciones estadounidenses investigar a los grupos narcotraficantes y tomar acciones para aminorar su operación, no les otorga la facultad de intervenir militarmente en México. No obstante, puede considerarse como un precedente para futuras acciones que el gobierno de Estados Unidos planee conducir en nuestro país, de ahí el crítico peso de la designación de Trump.

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