El presidente de los Estados Unidos de América (EUA), Donald Trump, ha pausado los aranceles del 25% que en su momento declaró con mucho ímpetu que impondría tanto a México, como a Canadá. Si bien los gobiernos de Claudia Sheinbaum y Justin Trudeau han señalado que colaborarán con las autoridades estadounidenses para que no sean aplicados al final del plazo de un mes que otorgó la Casa Blanca, vale la pena plantearse la idea de si mantenerse ligados a Washington sea la mejor decisión en estos tiempos de cambios.

EUA, México y Canadá han sido socios comerciales por más de tres décadas. Es un plazo relevante para un proceso de regionalización económica. Si bien en la actualidad hay otros que llevan más tiempo, como es el caso de la Unión Europea, o la Asociación de Naciones de Asia Sudoriental, el T-MEC y en su momento el TLCAN han construido las bases para que los países de Norteamérica puedan integrar su economía y competir con otros bloques económicos o incluso con países.

Con la evolución del TLCAN al T-MEC, el proceso de regionalización en Norteamérica sigue fortaleciéndose, actualizando rubros e integrando puntos de interés que demanda la competencia comercial en el globo. Esa es la impresión que tenemos del acuerdo de libre comercio entre México, EUA y Canadá y así ha sido administración tras administración en los tres países involucrados.

Sin embargo, hoy en día esa confianza y colaboración se ha visto en riesgo por las declaraciones y políticas que ha ejercido Trump en los primeros días de su segunda presidencia. Es claro que los cambios de administración pueden conllevar a modificaciones en las políticas de los estados.

No obstante, hay intereses superiores que están directamente ligados a la proyección del país, como pueden ser los diversos esfuerzos dirigidos hacia la integración regional. En el caso de la Ciudad de México, Washington y Ottawa, esto significa facilitar las dinámicas y condiciones necesarias para que el T-MEC pueda operar de manera óptima.

En la relación bilateral entre México y EUA, la Casa Blanca ya había impuesto aranceles a nuestro país en el gobierno anterior de Trump. Hace unos días se habría concretado la segunda vez de no haberse sostenido una negociación con Sheinbaum para aplazar su entrada en vigor. Es la segunda ocasión que el mandatario estadounidense apela a su percepción de la situación de seguridad en la frontera común para establecer aranceles, y la primera para Canadá.Con la experiencia de los gobiernos de Trump y su agresividad en la forma de hacer política, vale mucho la pena reflexionar en si México y Canadá serán respetados como socios comerciales clave para los EUA, como lo son en realidad.

Hay muchos países que mantienen un interés muy alto en hacer negocios con los estados de Norteamérica, pero el compromiso de éstos se concentra en el T-MEC. No obstante, si este acuerdo comercial no logra operar a causa de obstáculos impuestos por uno de sus participantes, una de las opciones que habría es dialogar con la parte que provoca los impedimentos. Pero con Trump eso es complicado; ahora los aranceles están pausados, pero quizá luego regresen. Por ende, en este periodo de limitada certeza quizá sea momento para México de ir revisando opciones para diversificar su comercio internacional y no depender de las decisiones viscerales de una persona al otro lado de la frontera.

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