Este fin de semana pasamos de Manolo a Don Manuel Naredo, me volvió el alma al cuerpo y todo gracias al nuevo juez y su asesor Gustavo Montoya.
Vamos por partes, en Juriquilla la tradicional corrida de fiestas patrias pintaba para ser una más para cumplir la fecha y al finado Don Pollo. Y empezaron las diferencias.
Se estrenaba la nueva comisión taurina de Querétaro, nombrando a Manuel Naredo como juez de plaza y vaya que hizo ver como malos actores a quienes desde el ruedo imploraban y presionaban por sus apéndices. No entienden que eso no se hace, tal es el caso de Jorge Hernández Garate, quien increpó para que le dieran una oreja, cuando todos vimos sus fallas en el inicio de su segunda faena. En fin.
Ahí fue cuando la esperanza por el juez volvió a mi ser. Y es que Manuel Naredo es un reconocido súper actor, taurino y colega columnista que siempre ha pujado por dignificar la fiesta de los toros, hoy que tiene la responsabilidad lo ha hecho de gran manera y en conjunto con Gustavo Montoya prometen devolver la seriedad a las corridas de toros en Querétaro.
Poco a poco la autoridad se irá asentando y seguirá aguantando presiones de todos, para aprobar a los astados aunque parezcan novillos y premiar las buenas prácticas, las cuales, son la esencia de la fiesta brava. Vale más una vuelta al ruedo bien ganada que indultos regalados.
Diego San Román hizo lo que el público de Juriquilla le gusta, trapazo, trapazo, música y a cobrar las orejas. Si bien el público es el que otorga la primera oreja, el juez tiene siempre la última palabra, y siendo sinceros, de tres orejas, si acaso una fue bien ganada.
Es por eso que Manuel Naredo tiene la gran oportunidad de seguir aguantando las presiones y ganarse su puesto a base de buenas decisiones, claro, costará mentadas de madre pero en el fondo se le está haciendo un bien a la fiesta, aunque muchos no lo entiendan.
Nada más para terminar, debo mencionar la corrida más triste que he visto en la Plaza México y que se llevó a cabo el lunes. Plaza vacía, sin interés de parte del público, pasada por mucha agua y con toreros a medias que exhibieron su falta de oficio que trataron de remediarlo tirándose a los pitones del toro para ganar credibilidad. En fin una tarde-noche para el olvido.
Ustedes que piensan, nos vemos en la plaza.